sábado, 31 de enero de 2009

Dirección espiritual

Un director espiritual es quien transparente particularmente la paternidad y el amor de Dios; de tal modo que se va reconstituyendo interiormente todo lo errado o dañado o confuso.
Un aspecto importante a reparar, es el aspecto emocional.
Con un director espiritual, uno se ahorraría la parafernalia de terapeutas y expertos que cree necesitar para ser experto en...transcurrir.
Uno podría tener más espacio para pensarse a sí mismo desde un lugar más simple y profundo. Más desde la persona que desde el cúmulo de expectativas y el tener que satisfacerlas. Y eso lo haría a uno mucho más sabio e inteligente; más fiel a uno mismo y a los demás pero de un modo no posesivo sino porque es una riqueza de vida. Sin uno mismo... siempre hay que estar concretando algo y, lo que es peor, en comparación con alguien.

viernes, 30 de enero de 2009

Fracasados

No existen vidas que sean UN fracaso. Hay fracasos en la vida de una persona. Tal vez uno juzga su vida por sus hechos o conductas o ideas. Y en eso puede encontrar MUCHOS más fracasos de los que actualmente llegara a querer poder ver. Si uno no se recibe a sí mismo, construye un proyecto de futuro fracaso: porque él volverá ser su conducta -mejorada y ampliada- y eso está SIEMPRE amenazado por la libertad y la posibilidad de volver a confundirse.
Si uno tiene la sinceridad de reconocer todo lo que es erróneo sin justificaciones, sólo porque no es verdadero ni vital, uno puede despojarse de eso. Aún cuando fuera doloroso hacerlo, porque muchas veces, en las costumbres, el criterio de "mejor malo conocido" suele ser utilitariamente exitoso (desafortunadamente).
Si uno llega a apreciar a la persona, observará que todas esas actitudes, mentalidades, sentimientos y conductas no son fracasos o problemas o errores sino que contienen un germen de daño mortal e irreparable. La persona es un don magnífico. Y, aún con todas las disminuciones irreparables, el poder de la persona despierto en el amor y la humildad que la hace dar a luz, percibe la maravilla de la propia vida sólo porque ama; y no se compara. La comparación en un sentido vital es destructiva. Sólo como estímulo para percibir el camino hacia la verdad y la perseverancia en ella es correcta.
Reconocer fracasos implica fortaleza y sabiduría. Tener que frustradamente caer en la conciencia de ellos es una invitación a soltarlos cuando uno no quiere y hace lo imposible para no hacerlo. Uno quiere controlar el error y, si pudiera, justificarlo de algún modo, para seguir siendo dueño de la administración del poder. Hasta que uno no palpa la impotencia absoluta del hombre, no puede comenzar a "poder" hacer algo porque tiende a formar subterfugios de "poder", como acumulación de energía, en función de objetivos fantasiosos y socialmente aceptables y rentables.
Si no puede reconocer que elije lo que le permite conservar la vieja figura hasta donde lograse hacerlo, porque prefiere una especie de compromisos más o menos gratificantes, no se puede producir un profundo acto de sinceridad y de saludable despojo. No existen los fracasados, salvo quienes se hubieren enojado consigo y contra los circundantes por no haber dado con sus respectivas "objetivos".

jueves, 22 de enero de 2009

Soltar

Mundo peligroso: creer que progresar es acumular logros en vez de perder miedos.
Como Job: vivir bien lo que hay delante. Si se desarticulan miedos con verdad y sin voluntarismo la libertad puede fluir con fuerza propia.
El progreso no consiste en el rendimiento sino en la liberación progresiva de los miedos. Porque los dones, al no tener bloqueos avanzan espontámeamente; más fácil y prontamente. La dificultad está en las seguridades que pudieren resguardar miedos que uno no se atreve a enfrentar. Entonces con el voluntarismo uno crea seguridades que parecen entidades sólidas y que, en general suelen dar algun tipo de resultados. Uno se ceba con eso y continua construyéndolas y dándoles forma.
Es normal sentir miedo pero no "tener" miedos como una especie de acervo de posesiones negativas, usualmente fruto de experiencias que tienen que ser revisadas para dejar lugar a sensaciones y no a estructuras. Terminamos siendo "custodios" de estructuras patológicas, socialmente aceptables o esperables y exitosas...que nos distancian de la fuerza que brota en nosotros mismos. De percibirnos a nosotros y de percibir el propio sentido de la vida. A lo mejor tenemos que hacer lo mismo; el punto es desde dónde lo hacemos.
Cuando Job pierde todo, tiene mucho más que cuando poseía bienestar, porque no tiene miedo, lo atraviesa y sólo lo siente. Entonces termina teniendo mucho más que al principio porque no tiene que vivir para cuidarlo sino que vive con eso y sobre eso, pero no para eso. Y todo el desgarro del desprendimiento fue una bendición. Uno podría negarse las bendiciones prefiriendo coleccionar vientos e ilusiones concretables, pero es desastroso.