domingo, 31 de mayo de 2009

Dios es un genio

Dios es un GENIO, y uno un pálido reflejo... que podría apagarse en cualquier momento. La sensación de no serlo causa terror, pero despierta la conciencia de que aún en la oscuridad y el olvido y el menosprecio, en el entusiasmo por las solas cosas o presencias gratas y llenadoras... Él, Él sigue siendo presencia. LA presencia y la fuente.

sábado, 30 de mayo de 2009

Rellenar lo que no se llena

Uno no puede evitar el motivo por el que, otra persona, origina y vive algo... pero JAMÁS está atrapado por eso. Si el otro lo hace o por codicia o por vanidad o por demostrar poder, por ignorancia culposa, lo importante es que yo lo haga por un sentido verdadero. Lo que me hace superior pero NUNCA me pone por encima: como Jesús que lavaba los pies del primer Papa que apostataría momentos más tarde y a todos lo que se fugaron de la verdad... para intentar refugiarse en sus miedos; hasta que lograron encontrarse en la oración y aprender a vivir en la libertad del Espíritu.
El otro puede elegir lo que elige y es un gran acto de amor a uno y al otro no dejarse invadir por esto. Alguien permanece fuera de los límites de la enfermedad, la locura, el desquicio y el disparate; fuera de la fantasía de la mentira, para conservar algo más allá del alcance del "poder" y poder ofrecer un amor nuevo que, a los ojos ciegos, parecía una pavada.
En el episodio de la caída de San Pablo en el camino de Damasco, Jesús le dice: "Levántate"; le da una orden al señor que se llevaba rabiosamente a todo el mundo preso, atrapado en la formalidad de sus propias convicciones. Sus barrotes eran sus ideas y creencias. Se levanta y sus ojos no ven ya nada... nada...el vacío. Entonces, alguien lo toma de la mano y lo lleva, igual que a una criatura. Un león de Israel, nacido en Tarso, con doble ciudadanía en el imperio, cae y le dan órdenes y lo toman de la mano y lo llevan.
Esto es algo del nacer de nuevo, de la alto, del Espíritu. Un frenazo trepidante y una caída. Una parálisis abrupta de todas las eficacias. Una voz. Una orden. El vacío. Una mano que se tiende y que se acepta. Caminar conducido. Y sólo ahí puede aparecer otro horizonte. Una vida como misión y con destino; no sólo con punto de partida y de arribo o podio o fracaso.
Por eso no importa por qué nos feliciten, porque tal vez el otro no vea lo que hago ni por qué, porque su existencia habita poblaciones cartesianas o idealistas, y sólo está entrampado en su mente. Tal vez sea un ser para la muerte que trata de probarle con arrojo a la vida que, aunque hubiera sido arrojado a la existencia, es capaz de conquistarla con su propia obra caínica... con esfuerzo y mezquindad oculta y envidiosa de la bondad y la generosidad... por no darse cuenta de que puede aprenderla...
No importa la mirada y el motivo del reconocimiento. Importa sólo la verdad. La comunión sólo es posible en la verdad. Lo otro es pobre negociación, satisfacción, hastío, miedo, olvido y eterno retorno a ese mismo círculo... con otro, con uno mismo, sin haber llegado a ser sí mismo.
El constante vacío, el imparable artilugio de rellenar, la fatuidad del relato pobre... mucho mejor vecino del chusmerío. Una chusma prolija y socializada pero a un abismo de una comunidad y del respeto del amor.

Instinto asesino (de uno mismo...)

El killing instinct, en el hombre no es natural. Y, la violencia que lo genera es fruto de un desorden o de un hiperestímulo perverizante. Y, aplicar la "ley de la selva" a la convivencia y darle una copa o medalla y mucha platas dediversos orígenes... no es diferente del "circo romano"... aunque nos creyéramos más civilizados.
Es una actitud perversa y antinatural y contraria al corazón humano. Y, pensaba el otro día: cuando nace el exitoso (en el parto del "killing instinct") muere el ser humano... en la más o menos larga o lenta o convulsionada agonía hasta llegar a fallecer el hombre.
Y uno no es diminuido por no ser así, sino MUCHO MÁS armonioso. MUCHO MÁS libre. MUCHO MÁS sano. Aunque estas cosas en el mundo del cajetillas, el compadrito, el canchero, el piola o el cool, no estén de moda de cartel y uno quede en la penumbra o la oscuridad del anonimato.
La vida tiene una frontera que es la muerte. Quien no puede ver más allá vive dentro de esta frontera y sólo si escucha una brizna trascendente puede asomarse a una percepción antecedente y conscuente de su existencia.
La guerra no brota del interior del hombre, de la violencia desordenada y desquiciada. Esa es la codicia o la vanidad que, llevadas de la mano de la violencia, la usan para justificar la locura bajo formas exteriores de poder.
La violencia es sana cuando se protege o defiende lo justo, y ahí es necesaria y justa la guerra y la violencia. No el abuso, el atropello o la descalificación; eso sí, es locura humana. Pero la guerra tiene una entidad en la condición humana cuando, por el uso de la libertad, las personas podemos no respetar la entidad de la cosas, entidad claramente visible en el orden físico-químico, en la salud... y menos apreciable y mucho más manipulable por enfermedad o infantilismo en el plano de la verdad de la entidad profunda de las cosas. Esta última entidad es la última en mostrar los bordes de su espacio y el estado en que nos sumimos, porque la libertad espera mucho más el despertar y la reacción. Y los otros dos órdenes, el físico y el de la salud son primeros detonantes de nuestras depredaciones y depravaciones.
Hay una violencia sana y justa, dolorosa y bella. En un corazón noble la victoria no es algo que se colecciona en la retahila del poder, sino un paso para ofrecer una apertura y un camino a una justicia más abarcativa e integradora, con espacios más saludables para el crecimiento.
La otra violencia, la que brota de la codicia o la vanidad, o la ignorancia culposa, esa es inaceptabley DEBE ser combatida. Primero con el poder del amor mismo y, si no alcanzare, con el de la violencia saludable. Por amor al otro y respeto a su integridad lo freno y condeno, no para sepultarlo en vida sino para que pueda encontrar el fin de su rabia y, en la dolorosa serenidad de la verdad reencontrar el sentido de la vida y un hermano que lo espera con la mano del perdón. Esta violencia, acaricia con violencia para despertar a vivir: como un electroshock.

viernes, 29 de mayo de 2009

Sin estímulos...y libre!

El famoso "el arte de la guerra, de Sun Tsu"en vez de generar personas brillantes, genera niños depredadores. Con una sofisticación de estrategia, la búsqueda no es un progreso en el desarrollo de una persona como crecimiento. Si no en exacerbarlo para aplastar al oponente y sentirse superior por ello. Y encima le ponen un nombre altisonante: el killing instinct. Y la sociedad gime si a la persona le "¡faltara!" eso... como una especie de defecto dramático.
Terminan siendo infantes que, en vez de figuritas, tienen tarjetas corporate con lo cual se pueden permitir algunas fantasías autodestructivas, pero satisfactorias. Al mismo tiempo, "anzuelar" a algun incauto de sabiduría vital, pero codicioso, que espera también tener participación en la juguetería. Algo así como un tironeo de juguetes... a ver quién tiene más y los mejores.
El sano despojo del paso del tiempo y del deterioro de la energía, genera movimientos saludables, que no todos se animan a seguir... añorando, no tanto conservar la lozanía, sino más bien una especie de perenne infancia, como si eso fuera la acepción más atractiva de la eternidad. Una eternidad reducida en un gusto de consumos que exigen estrategias agobiantes. Bajo el criterio de que todo pide su sacrificio bajo el sol ("Paris bien val une messe").
El sistema, el coach, se comportan como una especie de "madres/padres posesisivos"... es POR ellos que lo logro... lo hago yo... pero son ellos. Ellos me dan el estímulo, la posición y el aliento para desplegarlo. Por eso hay exitosos adictivos... no sólo al éxito sino también a la "droga" del estímulo. Y, no son seres comunitarios, que aprenden a compartir sino niños egoístas y agobiados que no toleran no llegar para ser. Eso es doloroso pero MO DI FI CA BLE.
Uno tiene que rebobinar y recordar el día en que levantó la cuchara, con el babero puesto, y dijo: "yo solito"... y, a pesar del enchastre y la dificultad... se animó a proclamar la primera estrofa del himno universal de la libertad... Ojalá no aplacáramos este primer clamor que brota del amor primero que nos fundó... antes de rellanarnos en las decoraciones de las ilusiones y los "on tops".

miércoles, 27 de mayo de 2009

Relaciones peligrosas

La relación madre/padre con un niño, bebé o pequeño, es -en algún sentido- MUY POBRE... PAU PÉ RRI MA!

El niño es limitadísimo y altamente dependiente. Por lo tanto la relación, más allá de los sacrificios constantes y crecientes que implica, es ALTAMENTE GRATIFICANTE... pero paupérima. Gratificante en la línea de la dependencia y la atención de esa realidad por medio del poder: "puedo, lo que no podés... y te lo doy... pero espero... porque sos MÍO.

En cambio, la relación con un adulto es MUCHÍSIMO MÁS RICA, SÓLIDA E INTENSA. En lo que no tiene de referencia al aspecto de gratificación por dependencia en cualquiera de los dos sentidos (porque te doy o porque recibo). Es más rica e implica el diálogo, la confusión, el error, el perdón, las sombras, los dones, el crecimiento, la modificación y sobre todo, la fidelidad que es la única vía de profundización de todo eso. No desde un punto de vista emocional sino de sentimientos profundos y veraces.
Es mucho más quebradiza porque no tiene la atadura de la "sangre" aunque las dos tengan "escritura"... libreta de y partida de...
No resolver la soledad es causa constante de sacrificio y del miedo en los peores sentidos. Sacrificio porque las compañías aquietantes hay que "sostenerlas" de todos los modos que lo exigieren... pagar, estar, orgasmear, cariñosear... pegamentos...Y porque, la realidad es que uno experimenta, al avanzar el tiempo, el poder de la presencia de la muerte, y uno percibe que no va a durar para siempre y se plantea la disyuntiva de cómo seguir atando y al mismo tiempo diversificar para que las inversiones no produzcan una disminución desquiciante de las "seguridades"...

lunes, 18 de mayo de 2009

Recibirse a sí mismo

Recibirse a sí mismo es doloroso, al menos por dos motivos. Uno es un extraño para sí, porque se acostumbró a pagar los "impuestos"  de ser como es... con la "ventaja" de crear dobles contabilidades en todos los órdenes... Una prueba, salvo desequilibrios físicos profundos, de que uno más bien pagaba impuestos.

Sacarse ese traje ya conocido es tremendo. En la relación con Dios sería algo así como "dame lo que me falta de tus tesoros infinitos, pero no me alteres la medida, mi medida. No me pidas entrar en lo infinito del Amor Eterno... completáme lo que me falta"...

Y lo otro es que uno dejó la teta formalmente pero, en la práctica sigue buscándola de otra manera. Lo cual hace que las figuras tutelares se guarden espacios de poder con sobreprecio hiperañadido. Y eso crea una especie de circuitos internos que uno va formando con actitudes hacia casi todo. 

Pero, atravesado ese dolor del desamparo de lo patológico, aparece una salud pequeña pero maravillosa. El tema es si uno va a conformarse con lo pequeño y nacer a lo Alto desde ahí.

domingo, 17 de mayo de 2009

De personas amaestradas y domesticadas

Domesticar a una persona... no es amaestrar. Amaestrar es ajustar a alguien a uno... pero, eso SÓLO ES POSIBLE, en un adulto, cuando el otro lo consiente. Tal vez sea por la historia de la persona... De chico, uno está como "condenado" a depender...; de adulto, en un mundo más plural se hace cada vez más fácil -en un sentido más o menos relativo, porque la gente o está muy dormida en su propia muerte anticipada o es muy perversa y no entiende ni sabe pensar en el otro como otro y con valor... ¡en el mercado de los precios...!- en un mundo más plural es más fácil acceder a otras perspectivas...
Registrar el propio dolor e intentar salir y no acallarlo con más ¡¿seguridades?! costumbristas narcotizantes que sólo retrasan el final abrupto y lo tornan más caótico.
Domesticar es otra cosa. Es ayudar a que el otro forme parte de la casa -el "domus"- de la condición humana. Para eso yo tengo que poder percibirme como persona y encontrar lo doméstico en el don de mí mismo, en mi identidad profunda -no la configuración histórica- y en la percepción de que fui dotado. Algo así como primero poder recibirme a mí mismo para poder recibir a los demás. Pero no un "recibirme" egoísta y egolátrico, sino una simple, profunda... muchas veces, dolorosa... recepción de mí mismo para extender esa experiencia a todos pero siendo cada uno en sí mismo.
A veces hay cosas escondidas y hay gente capaz para operar pero incapaz de operar dentro de sí misma... y ESE es el MAYOR PELIGRO: cuando uno no se sanea a sí mismo profunda y largamente primero corre el riesgo de buscar otra soga en que seguir colgando la ropa... con la ilusión -promesas dulces mediante- de que nunca podrán llegar a blanquear de mejor manera...

miércoles, 6 de mayo de 2009

La viga en el ojo propio

El enemigo no es tanto el "exterior" sino todo lo que, dentro de mí mismo me impide o retrasa entrar en la libertad del amor. Una libertad que no me hace papanata sino digno, íntegro. Capaz de percibir la realidad tal cuál se presenta pero el poder leerla en el horizonte de Dios.

Por eso uno aprende serena y claramente a ver la viga en el ojo propio... sin quedarse fijado a la presencia o los peligros de la paja en el ojo del prójimo. Todo va tomando proporción justa y equilibrada... aunque fuere dolorosa.

Y uno nombra a sus enemigos y ahí sí, va buscando las estrategias vitales para no entrar en la tentación para aprender cómo terminamos dentro de ella; cómo salimos y qué costo tiene -comprensible, no justificadamente- el haber estado ahí adentro. Para poder percibir bien el pasaje de salida y de retorno a otra vida.

Si no, pasaría como personajes que buscan a las brujas afuera, por temor de perder seguridades, y no pueden percibir sus propios "monstruos"... Eso, a mi ver va como constituyendo espiritualmente una especie de alteración, locura y desequilibrios progresivos. Mientras uno tenga la desgracia de haber acumulado suficiente poder... más desfavorablemente está en posesión de seguir manteniendo algo nocivo... gustoso o eficaz... pero nocivo...

martes, 5 de mayo de 2009

Crecer sano duele


A veces, algunas relaciones nos hacen conocer cosas de nosotros mismos. Eso no debería generar ni mucha admiración ni dependencia. Cosas que, en una emotividad más exacerbada -entre la hipersensibilidad de las carencias y la sensación de ser sacado de una especie de "ahogo" existencial en una encrucijada- es común que se viva con un entusiasmo excesivo y más o menos desbordado; que pide la repetición y la presencia.

Puede ser muy peligroso porque no es tanto la posesión de uno mismo sino entrar en la dependecia de la "luz" que me ayudó a verme. La entrada sana en sí mismo produce al menos dos cosas. Una es la serena posesión y conciencia de uno mismo. Y la otra es una relación de fidelidad con la otra persona que brota de la dignidad percibida y vivida con señorío. No es pago ni apego.

Un buen ejemplo son los "amores tropicales", que duran poco: en general, lo que la carencia del otro mientras se siente sometido y dependiente y fascinado con la "leche maternizada" de la ayuda. Pero, ni bien se sienten fuertes se olvidan de todo, lanzados nuevamente a la carrera de los intereses y ventajas. Y, el contacto con alguien se transforma, en el mejor de los casos en un album de recuerdos con algunos pesos deslizados cada vez más ralamente. Cuando superan la curva máxima del dolor,  todo comienza a ser olvido.

Si uno siente un gran fervor o una gran excitación, eso tiene que ser maduramente trabajado para no entregarse a esos sentimientos porque postergan la propia maduración sana. Es verdad que pueden dar como una especie de plataforma más correcta con una orientación HACIA lo más saludable: pero, a mi ver, no significa de ningún modo que sea más saludable. Porque la raíz misma es la dependencia. Es soltar la cadena y dejar de ser perro doméstico para enfrentar la vida de cada día y aprender a hacerlo sin subterfugios con los que uno se explica.

Hay gente que necesita sentirse bien parado y le cuesta estar mal. Es como si tuviera que cerrar un saldo positivo. Y uno es amado y el piso está y estará siempre. Desaparece cuando las personas sólo buscan la gratificación de sí mismos. Pero un buen amor permite las peleas y disensos que llevan a la verdad y no a los propios intereses, y está dispuesto a escuchar planteos y a dialogarlos. Da miedo pero uno atraviesa el miedo porque entiende que es mejor encontrarse con el otro, no para depender sino para construir con lo que cada uno tiene adentro y desde ahí y no con una especie de aporte de capital fundado en las capacidades desarrolladas. Las capacidades se pueden perder siempre por enfermedad o contrariedades. Por eso cuando la gente busca el sacremento del matrimonio dice: salud/enfermedad, prosperidad/adversidad...

Ese amor basal no faltará nunca y nos permite admitir que estoy mal, que hago mal... pero no la necesidad de autoprotección psicológica de gratificarme con una buena imagen. Si hago algo o casi todo mal... no hay problema, porque me van a ayudar. Es como cuando uno está tirado deteriorado en una cama. ¡Qué se le ocurre ver bien! Pero el amor basal guía. Esa es la única certeza. Y permite total seguridad para modificar las figuras estructurales.

El afecto es bueno pero uno tiene que pensar si la sobriedad lo gobierna o no.

Es muy bueno poder percibir a la gente. Y es necesario percibirlos no desde el afecto, sino desde un vínculo trazado sánamente y CON afecto... pero no desde el afecto. Porque esa emotividad está exacerbada... comprensiblemente por factores históricos y personales.

domingo, 3 de mayo de 2009

Del dolor a la paz

Lo DIFÍCIL es aceptar el dolor de lo que uno tiene adelante o de lo que uno se acostumbró a escuchar y los motivos por los cuales uno se habituó a escuchar y aguantar; de lo que, en parte es actitud del otro y alguna ventaja que yo sacaba y que TENGO que reconocer si quiero construir algo VERDADERO y no sólo llevadero.
La gente no es mala pero es muy hija de puta: mentirosa, fabuladora, fantasiosa; y eso pervierte el camino de la verdad y la necesaria valentía vital para poder aprender a atravesar miedos y tener una vida veraz.

Uno tiene que entender y desde ahí comunicarse con riqueza o pobreza
Es un error buscar entenderse; a veces la realidad es que no te podés entender.
Las diferencias sólo se resuelven cuando dos personas se ponen concordes y, si ambas personas, no buscan algo veraz... encontrarán acuerdos gratificantes, para miedos, seguridades, éxitos, logros... pero no hay comunión y no se puede llamar comunión a lo que no lo tiene y el diálogo tiene que poder escuchar y ver y buscar.
Es doloroso salir del útero de las certezas y entrar en el mundo real zarandeado por miles de contradicciones.
No hay anclajes sin regularidades; lo sorpresivo constante nos hace prisioneros de los intereses. Uno necesita anclajes, fidelidades, elecciones, pérdidas. Ahí nace un ser humano... lo otro es sólo un eficiente: alguien que se ancla en un éxito. Y nada hay tan confuso en esto como los afectos.
Los chicos son amorosos cuando les decís "si" pero pasan a ser fieras cuando decís "no". Y, sin un "no" adecuado no hay maduración. Y se paga carísimo

Es maravilloso que uno pueda "frustrarse" a la luz de la gente que lo quiere y no lo menosprecia por lo malo que hay en uno... pero que no toleran -porque tolerarlo sería amar y no sólo conquistar y tener disponible- o porque lo registran y le gusta o porque uno les llena un vacío.

La única manera de atravesar la propia contradicción es con espacios de fidelidad; crear espacios de fidelidad sanos implica decir "no" a gente que no se lo merece aunque uno siempre hubiera dicho "sí" antes. Primero hay que hacer una lista de sanidad y uno tiene que abocarse no a usar a la gente que le hace bien cuando le hace falta.

Uno muchas veces se enoja porque no está acostumbrado a contestar, a decir lo que siente. Y ahí vienen las heridas.
Uno no tiene por qué seguir aguantando lo que no quiere para su vida ni obligarse a sostener problemas de los familiares y amigos. Y uno paga el precio... de que la gente no lo quiera de todas formas.

Uno elige cómo quiere vivir.
La necesidad furiosa no es nunca sana y la ausencia sin paz consigo mismo tampoco. Se cura no con lo que la calma sino con lo que le hace bien.
Hay que curar la debilidad primero y no sustentar la sensibilidad con lo que lo que la calma o satisface.

Hay cosas que para los "planteos" del cariño o "afecto... son dolorosas de escuchar. Pero se puede vivir mejor.