martes, 30 de diciembre de 2008
Van Thuan
lunes, 29 de diciembre de 2008
Disciplina rehabilitatoria
Atravesar las emociones
Madurar la emotividad
lunes, 22 de diciembre de 2008
Navidad
Felicidad adulta
domingo, 21 de diciembre de 2008
De propietarios y peregrinos
El tiempo del amor
Mucha gente se pasa la vida sin llegar a descubrir el valor del afecto y del cariño compartido. El trabajo los calma de las tensiones de sus sacrificios, pero nunca pueden encontrarse con las personas con delicadeza profunda.
jueves, 4 de diciembre de 2008
Diferente
jueves, 27 de noviembre de 2008
Domesticar
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Vida interior
En la medida en que uno tenga vida interior depende menos de la vida afectiva; y la vida afectiva se nutre de la vida interior. Cuánto menos despierta esté la vida interior o más reducida a las necesidades del afecto más indigente es la solidez de la persona. Porque la vida afectiva suele estar muy sujeta a las presiones de las carencias y a los juegos de poder para buscar competitivamente, una centralidad y un nutriente del tipo de "exclusividad por conquista". Uno no es elegido sino un colocador de incentivos que busca más la satisfacción propia que el bien y el compartir con el otro.
Y uno puede sentir rabia por las insatisfacciones, sin querer ver todos los intereses Entonces, las modificiaciones en los intereses o los gustos producen el desgaste de la relación, ya que vínculo no hubo. Y uno puede sentir rabia por las insatisfacciones, sin querer ver todos los intereses que, mientras dieron resultados satisfactorios, sostenían la relación. Sin pensar suficientemente la responsabilidad en no haber elegido prepararse para los virajes de los gustos en el otro con la consiguiente posibilidad de haber sido dejado de lado. Cuanto menos vida interior, más vida afectiva con toda su confusión y conflictividad que pueden obnuvilar la riqueza propia de esta dimensión humana. Y una vida con emociones, pero sin sentimientos: elaborados, elegidos, sostenidos; una base importante de la fidelidad a uno mismo y a los demás.
Dios es el camino
Las cosas aisladas, sin regularidad, no significan nada.
Pero, aunque SINTAMOS que no nos alcanza, eso no es verdad. En Él hay una hondura a la que mi sensibilidad enferma por el aprisionamiento de felicidad vana no termina de acceder. Y hay mucha gente que entró en esta dimensión de Amor, pero para eso han salido de la cárcel de los roles.
El problema es que si uno no se "quiere perder" a Dios, termina "cotizándolo" en el mercado de sus intereses vitales. Y Dios, no se deja medir. Él no quiere que lo midamos sino que lo miremos para poder descubirlo y ahí, crear Él mismo los sentidos nuevos para percibirlo.
Si uno lo quiere atrapar a su medida, proporciones, intereses o fomentos de sus carencias, se escapa. Está presente en la misericordia de lo mínimo para, a través de esa experiencia, acceder a lo nuevo y a lo verdaderamente MÁS.
Sin humildad la voluntad enferma no se cura. Y el pasado vuelve como un eterno retorno y busca huir en la reencarnaciones vitales de distintos personajes que uno puede inventar con la plata conseguida en los mercados de los hombres.
Sin soledad y silencio no hay encuentro.
Cuanto menos presente está Dios, tanto más todo depende de la propia voluntad. Y de la configuración de la voluntad: una voluntad ciega y energética, fundada más en la dependencia de caer bien, de que nos acompañen, de ser buen proveedor de lo que a otros les viene bien, de los discursos recíprocos (símil adulto del "cambiar figuritas" infantil), de pagar las fantasías egoistas/infantiles/eróticas/de poder.
Lo que depende de la voluntad, depende sólo y sobre todo, de ella. Y de la salud física que permite más o menos sostenerla de algunos de esos modos. O usarla para comprar a otros con plata, miedo, o dulzura.
martes, 18 de noviembre de 2008
Ver lo que es
sábado, 15 de noviembre de 2008
La mirada de los otros
sábado, 1 de noviembre de 2008
Ver
viernes, 31 de octubre de 2008
Dolores del parto (propio)
Vida afectiva y vida interior
martes, 28 de octubre de 2008
Lo imperecedero
sábado, 18 de octubre de 2008
Dejar que el dolor duela
viernes, 17 de octubre de 2008
Uno mismo
jueves, 16 de octubre de 2008
Sanando la afectividad
No se puede vivir para las propias carencias, ya que todo lo que nos resulte con el sabor de superabundancia nos atrapa. Superabundancia que tiene como dos funciones:
- suplir el agujero mismo de la carencia
- brindar la sensación de que lo que dolió no volverá a suceder jamás, porque esta es una "fuente inagotable"; como una fortuna acumulada que no sería alterada por ninguna crisis. "Alma mía, come y duerme en paz, que tienes bienes acumulados para muchos años."
Muchas personas eligen sumergirse en la actividad para anestesiarse, concentrar la energía, y entonces evadir el conflicto de dolores muy profundos.
La sensación aparente y fantasiosa de "sobreabundancia" aseguradora permite evadir el miedo profundo y el dolor de enfrentarse a la realidad y resolverla. Algo así como la adrenalina que nos permite provisoriamente vivir situaciones extremas disminuyendo drásticamente el dolor físico y la ponderación de riesgos y consecuencias.
La solución primera y aparentemente más limpia es lograr sentirse el centro para alguien y a eso llamarlo amor. Cuando la muerte de lo que se quería poseer para ser el centro de dependencia biológico-afectivo ( hijo / relación con la persona que aparentemente ama) se rompe, vuelven a invadir virulentamente la "enfermedad" y con riesgo de muerte se quiebra la seguridad y la sensación de abundancia. La persona en tratamiento logra descubrir que quiere vivir. Pero entonces hace falta un elemento que reemplace a eso que provisoriamente dio la sensación de abundancia y de "para siempre".
Una opción terapéutica sería la de la reconstrucción de una voluntad que sea más realista y humilde; que logre aceptar toda la conflictividad de la convivencia personal y social aunque el problema de sentirse amado queda postergado. Como una sed insatisfecha que uno debería tolerar hasta que tenga que atravesar el largo desierto de la vida con oasis, noticias de que existen otras tierras, pero sin poder salir del laberinto del desierto hasta que la muerte llegase para liberarnos.
sábado, 11 de octubre de 2008
La verdadera belleza
martes, 7 de octubre de 2008
Lo valioso no se pierde
Pretender resolver
Coherencia, humildad, orden
lunes, 6 de octubre de 2008
Afectividad
Vivir y transcurrir
sábado, 4 de octubre de 2008
La libertad ultima
Autoposesión
Identidad y capacidad
No quiero decir que el espíritu humano (tal vez algo así pensara Marx) desarrolla algo para conquistar poder. En general, en un principio está MUCHO MÁS la espontánea fascinación del espíritu humano que busca responder al medio y transformarlo para ser señor, viviendo el "mandato" original de crecer y aprender el camino de la felicidad. Con propias posibilidades internas que le permiten tomar conciencia de que puede percibir la felicidad y llegar a disfrutarla; no que la felicidad sea la concreción o la seguridad, pero sí que tiene potencial interno de percibir, recrear, descubrir, disfrutar y finalmente entrar en comunión con un misterio que supera todo lo que pudo desarrollar.
Quien está capacitado, sabe cómo moverse en la sociedad pero no sabe quién es, por lo tanto, podría servir para cualquier tarea que la sociedad le pidiera de acuerdo con sus ritmos coyuturales; algo así como quien puede llevar muy bien un rafting gobernando sus temores y aprendiendo y acostumbrándose a los ritmos del medio donde está.
La identidad me lleva hacia mí mismo y hacia la esencia de las personas y cosas. Es entonces que los conozco. Puedo saber usarlo con el ejercicio de mis capacidades, pero no saber qué sea lo que tengo; algo así como un mercenario: puede cobrar por un trabajo bien hecho pero no tiene su corazón puesto en nada. Y, sin corazón, es imposible conocer; sólo puedo ser un excelente experto en el uso.
Y, quien usa, termina explotando. Parte de la dinámica del "uso" es la tentación de emborracharse con la fascinación de las posibilidades sin pensar en las consecuencias, una especie de embriaguez de poder. Y, cuando más me meto y despliego, tanto más adicto me hago, me hundo y los demás me envidian porque, en el plano material domino más (con personas también). Paradójicamente cada vez soy menos señor, cada vez crezca la extranjería en mí y conmigo mismo.
Quien explota, usando de acuerdo con sus capacidades, pierde la habilidad de trabajar porque no puede llegar al fruto. Se queda con el mero cálculo superficial de la rentabilidad. Claro, como uno "necesita" sentirse humano de algun modo, RECUBRIMOS con emociones y algunas conductas nuestro comportamiento. Pero, lo que hay realmente no tiene vida sino distintas formas de muerte. No es el hombre quien vive y habita su ser sino sólo la energía. Y la energía, en el plano de sí misma, sirve para cualquier cosa, no tiene bien ni mal, por eso podríamos prescindir de esos criterios.
Y cuanto más energía liberada en este sentido, tanta menos vida. Sin orden es imposible; sin restricciones y renuncias y dolores y pérdidas no es posible crecer; acumular no es crecer. Y, la tranquilidad que se compra o consigue, no tiene nada que ver con la serena -y muy dolida tantas veces- serenidad de la paz.
Vinculos
Y eso mientras es grato funciona. Cuando no, el torrente de decepciones y "balaceras" recíprocas
para recordar quién era LA víctima honesta y perjudicada -aunque uno por "ser humano" reconozca "algunas deficiencias"- y ahí no puede haber verdad sanante, aunque haya verismo en las descripciones.
El vínculo está constituido sobre, al menos dos cosas, la verdad y su despliegue. No alcanza con sólo ver la verdad; la verdad pide la carne y el riesgo de darle forma personal, profunda y concreta. Como una obra de arte: puede ser o decorativa o artística. Muchas personas buscan complacer. Y en eso, no le importan ni siquiera los demás -aunque puedan crear una sensación vívida de esto- sino que buscan siempre saciar su interés, segun el acopio de las situaciones coyunturales.
El vínculo es fuente de solidez. En términos evangélicos es la parábola de construir la casa sobre roca y no sobre arena.
La tolerancia de la imperfección muchas veces no es aceptación de la realidad sino sólo una satisfacción de intereses a la espera de encontrar más un poco más adelante.
La verdad es muy superior a la concreción y lo honrado es el crecimiento y no el dinero como fin. Es lógico que te paguen para vivir y crecer y desarrollarte, pero sin perder de vista que uno da "vida" y recibir dinero, en el fondo, no es equiparable.
Tensiones y solidez
Con lo cual, la idea de alguna vez encontrar la estabilidad placentera en la vida, no existe. Y, el criterio de que la felicidad son sólo buenos momentos, como breves o pasajeros interludios entre las crisis, y a los que hay que despedir con romántico dolor cuando las circunstancias pidieren bravo esfuerzo para enfrentar las andanadas de problemas, tampoco sería verdad.
La vida es la solidez del vínculo y, sobre el vínculo se van a suceder todos estos cambios. Quien no tolera las tensiones de la vida no puede tener un amor sólido ni atravesar las distintas etapas de la vida, con una sana y realista benevolencia.
Soledad y dependencia
La formación y el sistema laboral actual te permiten pagar tus cuentas, y el cuadro legal que te desplaces con más movilidad. Incluso, moverte a que te vayas a vivir juntos porque eso te ahorra gastos y además podrías tener menos impuestos.
La esencia, la riqueza de la sociedad que es que la gente esté consigo misma, ha desaparecido. Se pasa de una dependencia a otra en un cuadro de festejada independencia... económica, guiada por: yo tengo los medios... pero te lo voy a cobrar! Es una sociedad de "amistad" pero cada uno tiene que cumplir su parte del contrato. ¡La invasión de lo contractual!
Y en la cumbre de la evolución, se le ponen clásusulas para preservarte en eventuales riesgos futuros. Y es una gran evolucion el desarrollo de lo legal, pero el problema es que la ley vive para el resguardo de eventualidades,y perdió su función de ayudar a conducir a un "dar a luz" el ORDEN.
El orden es distinto de la regla discrecional -disfrazada de "principio"- que permite tener sometida a la gente. El orden es vital y, por ejemplo, nos protege de la tentación de la codicia. Porque, cuando todo se "contractualiza" entonces la codicia gobierna; aún los afectos y en la cama. No es diálogo, no es contemplación del otro. Es TODO mental, cartesiano: "pienso, luego existo...". El desprecio del espíritu humano en su dimensión creativa más profunda. Entonces, las ideas rentables, parecieran ser las más ricas y, las menos productivas, mucho menos interesantes.
Cuando sobreviene el colapso de las excentricidades, uno vuelve a las cosas básicas. Y la gente sale de sus ilusteres ominipencias citadinas para huir al despojo de la naturaleza. Con aire acondicionado y alguien que te lleve la copa de champagne; jugar a "pobres" por un rato o por unos días pero, con estos pequeños placeres contractuales.
El peligro de la "independencia" sin soledad, sin sí mismo... una especie de anti "vos" para no quedar sometido a tu poder y caer en el poder de la codicia y del contrato, sin vida... todo mental...
Soy yo (no vos)
En cambio, el camino distinto, de entrar en sí mismo y ver qué le permití al otro, por qué yo lo hice, qué sacaba de eso, por qué lo mantuve tanto tiempo, qué me impidió dar cuenta y encontrar ahí una clara conexión, lleva a una profunda benevolencia, compasión y determinación de hacer las correcciones necesarias y vitales, para no caer en una más o menos sutil venganza o infantilismo de volver a mi "nivel de tolerancia" entre la tensión y el placer.
El constante error de decir que el amor tiene que ver con negociar, y no con ser sinceros y dialogar que, aunque se le parezca, no tiene nada que ver. Se pueden negociar contratos y acuerdos comerciales o políticos, pero no vínculos. Incluso, al buscar la paz social, nacional o internacional, si no hay grandeza en los líderes -cosa que no se puede exigir, pero sí, hay que percibir- no se gesta una comunidad de naciones... sino sólo naciones unidas... que ya es bastante... aunque es mucho más frágil... Cuando se le cambian los nombres a las instituciones, tal vez, también, se esté indicando una variación en los valores de la sociedad y una orientación diferente de sentimientos a meras emociones que acompañan momentos.
Morir (a las fantasias) para poder resucitar (a la vida)
La parte más dolorosa es que hay que injertarla en la propia carne para que libere su fecundidad y arrastre las formas obsoletas, o sea, no vitales, y geste las nuevas.
Sin entierro, no hay nacimiento; sin oscuridad, no hay luz; sin dolor, no hay nacimiento.
Ser lo que uno es
El hombre no puede escindirse de las preguntas sobre el origen y el fin y sobre el hecho de que va a fallecer; incluso tratando de negarlo.
La finitud no se supera jamás; sólo se acepta. Y uno descubre que no es obstáculo sino una forma de riqueza: puedo esto y no puedo todo.
Por otra parte, la pasión profunda me guía hacia mí mismo, hacia mi parte. Sólo la codicia y lo imperativo externo pueden torcer mi "fuego interior" y, de un modo prometeico, intentar usarlo para otros menesteres rentables y rendidores en el exterior, pero que cuanto más eficacia tanto más oscuridad y vacío interno, tanto más extranjería en mí mismo y distancia de la percepción profunda de mi esencia.
Sante Teresa Benedicta de la Cruz dijo: "cada ser encuentra el cobijo en su esencia". Siempre conocemos menos y poco y nos toma mucho trabajo, paciencia y tolerancia saludable con el error y la confusión. Nada tan peligroso como la pretención de ser genios o expertos o, peor aún, el mejor.
De padres, progenitores y esperanza
El camino (a uno mismo)
Y esos "defectos", modalidades internas, con el paso del tiempo, en vez de disminuirse podrían exacerbarse. Y esto no es falta de pureza interior ni de evolución. La evolución interior no genera necesariamente una especie de pureza química. La pureza de un ser humano está en la sensatez de seguir aprendiendo a no asustarse por lo que tenga dentro y a recibirlo y trabajarlo hacia el bien en el que quiere vivir; hacia su propio tesoro interior, que es lo único que podemos resguardar y es la fuente de la vida.
Está todo ahí, puesto por Dios y cuidado por Él mismo para poder reencontrarlo. Para eso vino Jesús, para ser la "puerta","puerta estrecha", pero LA puerta. Y el Espíritu que se hace como el portero y recepcionista que nos busca, recibe e indica y corrige la dirección.
Renunciar es doloroso. Pero es peor acotar mucho la vida en las ilusiones. Porque la realidad te desborda y uno tiene que elegir entre los propios "juguetes" soñados o el amor en medio de la realidad. Y, pensar demasiado en los propios juguetes nos hace muy frágiles porque, sin darnos cuenta, nos va como dominando el miedo de perderlos.
Hay que poder arreglar algo lindo dentro de los límites; igual lo más lindo y que genera mucha más paz es haber logrado trascender la imperatividad de las propias ilusiones y conservar el amor con humildad y sencillez para vivir la realidad o el amor como son posibles en cada momento. Ese es el mejor viaje y descanso: hacia adentro.
Muertos vivos
Sacarse la "basura" de la cabeza es como sacar tumores y vivir la maravilla de lo que uno pueda con lo que queda... luego de haber extraido lo mortal. No hay que flagelar a tu cuerpo por "arruinarte la vida" con esos bultitos, sino que te amigás y con él empezás a aceptar con humildad qué podés hacer. Pero uno tiene que saber qué le apasiona. Cuál querría que fuera mi epitafio.
Dios, el agente secreto
Puedo imaginar que uno no lo quiera invitar y Él venga igual aceptando trabajar de mozo y entra haciendo cola y poniéndose el uniforme menos importante. Pero entra y mira con dulzura y ofrece la comida con amabilidad, y alcanza un pañuelo con delicadeza cuando uno está embargado por el llanto y ofrece un gesto cálido cuando uno está devorado por el miedo.
Y habla en el silencio para decir cosas buenas que necesitamos escuchar pero uno puede quedarse con el pañuelo y sus ventajas, con la sonrisa y el alivio, con sus palabras leíadas en el "inconsciente" como ideas propias, y nunca llegar a verlo. Y Èl mismo es tan discreto y delicado que no se impondrá nunca. Podrá levantar tormentas y vendavales pero para ayudarnos a despertar con cosas que desde nuestros registros anquilosados nos llaman la antención. Hasta se baja a las formas de nuestra propia locura para acercarnos.
Un ejemplo concreto. Siempre tuve terror de no ser el mejor -nunca lo era pero estaba más o menos cerca y algunos premios consuelo me hacían soportable el sobrellevarlo - y estoy convencido y me di cuenta mucho antes -con horror- de que dependía de mis calificaciones académicas para sostener mi "autoestima" y que eso era peligrosísimo porque podía venirse abajo. Y no era verdad porque yo no era tanto como pretendía y otros esperaban de mí para que todo estuviera en orden (mis padres para corresponder a su sacrificio porque "era mi trabajo y de lo único que debía ocuparme"; los profesores porque querían tener la satisfacción de que su modelo educativo diera resultados en alguien; los adultos en general porque les gustaba ver un chico de acuerdo con sus expectativas). Pero ninguno pensó en mis sentimientos ni en mi dolor ni en mis miedos.
Y ahí, en medio de toda esta locura, respetando todas las libertades en todas sus formas de despliegue, estaba Él conservando la vida y abriéndola en un milímetro de esperanza a través de abismo en abismo; cada día; mil veces al día; sobre todo cuando la muerte se acercaba para parecer más grata que el ardor sufriente de volver a enfrentar cada día y a todo el mundo. Sin Él no habría habido hoy ni haber aprendido a celebrar, aún cuando las más de las veces no hay fiesta!
En la condición humana cada uno cree estar ocupado consigo mismo y se busca como no se encontrará y construye lo que no dará fecundidad porque tiene sólo ideas pero no palabras que puedan llenarse de carne y de vida y de fidelidad y de crecimiento.
La verdad es que la vida no se me ocurre sin Él. Sí, creo que es tan discreto que hasta está presente cuando lo rechazamos y preferimos poner en su lugar una elucubración que podríamos desvestir y revestir a nuestro modo o antojo dependiendo de los vientos del momento y de la incidencia de los "traumas".
Mal pero acostumbrado
Usualmente, por un concepto erróneo, tenemos miedo de ser malos. Entonces, cuando descubrimos algo que no nos gustó de nosotros hacia el otro lo tapamos, dándole o haciéndole cosas que al otro le gustan o que nos pedían y nosotros nos negábamos por otro interés o un juego de poder de egoismo. Y eso es lo que va creando ese dinamismo del vínculo que la gente llama comunmente "amor-odio".
En realidad, en lugar de asustarme por lo que veo en mí que no me gusta, sería bueno no taparlo (y decidir ser "bueno" por un rato con quien tengo enfrente), ver eso malo, no dejarme llevar por el susto. Y empezar a estudiarlo para ver cuál es la raíz de eso y trabajarlo. Y ver que puedo sanar y que mi vida no está atada a eso.
El perdón tiene el poder de poner en mi propio tiempo una vida nueva acá y ahora. Cuando yo pido perdón de corazón, suelto toda la vida vieja y entro en mí, en quien Dios deseó con cariño inmenso, y gesto mi propia vida pero de un modo completamente nuevo. No hace falta repetir ni transmutar.
Y el "castigo" de Dios no es un aplastamiento en cosas que "me merezco", sino el tratamiento de choque del médico. Una persona en terapia parace encarcelada, pero todos son gestos de amor para que recupere el sí mismo y salga. Y el modo como un médico entra en la enfermedad de otra persona, con veracidad y sin reproches, se parece al modo como lo hace Dios. Y cuando el médico también dice que hay cosas que quedan impedidas para siempre no es una sentencia de muerte sino una clarificación de qué cosas no puedo hacer más para poder concentrarme en lo que sí puedo y en eso vivirlo con amor.
Mucha gente usa la fantasía para protegerse. Se autoengaña flagrantemente contándo una vida que claramente no tiene, y cuando se intenta ayudarlas a atravesar el dolor de tener que soltar esas fantasías, generalmente no vuelven más... hasta que tengan algo muy grave.
En cierto punto de la vida uno padece lo que no recibió o recibió mal, pero comprende las deficiencias de los otros y los respeta y ayuda hasta donde el otro quiere (aún cuando suelan tener el falso argumento de "hago lo que puedo). Pero uno empieza con su vida y busca ese deseo de Dios y le pregunta cómo nos soñó y para qué. No hay que tener miedo porque afortunadamente no todo depende de nosotros.
Rehenes
¿Hastá cuánto uno podría perder y la vida seguiría siendo aún maravillosa?
En el camino, ¿con qué "acuerdo" social" me sentiré en la compulsión de acotarme para no sentirme como descastado de los ritmos del resto? ¿Quién soy... desde dónde vivo... donde está el espacio del alimento?
Vida pobre
El horizonte de la sola competencia como referencia, la ausencia del silencio para encontrar el trazado en sí mismo antes de salir, y el buscar siempre el combustible afuera, hacen un "modus vivendi" pauperrísimo.
Fe y optimismo
Es que el optimismo es una crueldad. Primero es una crucifixión; la peor de todas porque no es cargar con la cruz sino vivir crucificado. Es tener todo asentado solo en la propia voluntad. Con el esfuerzo constante y deteriorante de tener que sostenerlo todo y el terror de perderlo; el miedo compresible de saber que en la selva social el miembro más débil siente amenzada su "felicidad" por los nuevos competidores energizados que quieran adquirirla... a más o menos cualquier costa... Y ahí se impone mentir, "robar", "matar", desplazar, "acabar con"... etcs. mafiosos atractivamente ejecutivos...
Si la fe fuera eso, Dios sería un monstruo. La vida sería algo así como una riña de gallos y Él habría sabido de antemano quién sería el triunfador y se gustaría patológicamente en mirar satisfecho los ritmos del combate.
La fe es esa certeza de que el Amor no falta: es el agua, el oxigeno, el nutriente, el norte, la puerta en la fuente, para atravesar el camino de la vida bien nutrido.
Guta / no guta
Sólo que la visión y la energía y los medios van en otra dirección de la sola pobreza del "mío" y el "acopio". Algunos padres dicen: "a mis hijos los amo incondicionalmente, son las únicas personas a las que amo así". En realidad, los aman con condicionamientos; el que sean suyos, y en la medida en que con la conducta y decisiones de sus hijos sean más autónomas, esa generosidad desbordante se atenuará.
Somos invitados a salir de la cárcel del "yo" para encontrarnos con nosotros mismos. Con la obra de arte y el mundo de grandeza y complejidad que hay en cada vida. Y para salir de sentimientos provisorios y elementales de pena por los demás y ayudarlos a adquirir conciencia de su propia grandeza. Si no se sale de la fantasía del yo sustentado en un reconocimiento dependiente (como el hambre de la teta o su correspondiente sucedáneo), no seremos nosotros mismos sino un ser construído socialmente.
Paternidad
Ser un "hombre de bien" es una persona socializada correctamente entre la locura y la eficacia social -y la religión un medio al servicio de esta suerte de equilibrio complejo y frágil-... ¿o es vivir la voluntad de Dios?... que va más allá de cumplir reglas o estar en ciertos lugares con ciertos modos.
Ser padre es respetar al otro como persona. Ayudarlo a percibir que nadie lo querrá como quien lo quiere en el Primer Mandamiento y que todos los servicios prestados son, como dice el Maestro y Señor, propios de "simples siervos" a quienes confió los secretos de los amigos con una intimidad profunda y sobria, no pegoteada y atrapada en el devolver "todo el amor" recibido.
Un hijo jamás podría haberse metido en la vida de los padres, porque no tuvo cómo elegirlo, salvo que los padres se lo hubiesen permitido para después poder cobrárselo. Y eso, aunque en el negocio diario se le pareciera, no es un padre o madre.
Del miedo a la libertad
Uno aprende a ser hombre venciendo el miedo a las diferencias y peligros. Los "piensa" menos, aprendiendo a vivirlos y atravesarlos con amor. Es como el artista; no sabe cómo es la obra; la ve "crecer" delante suyo y le va pidiendo. Es muy distinto de la estandarización de la fábrica donde todo sucede de acuerdo a un plan... pero sólo eso.
Dejar entrar implica más libertad que controlar con aduanas y migraciones el acceso sólo a lo ya clasificado... salvo que uno sepa qué es lo malo. Y como parte de la madurez, saber qué cosas uno no hará porque le hacen mal, aunque pudiera hacerlas. Eso es libertad, si bien puede parecer represión.
La victoria mas radical
La paciencia es una virtud integral de la fortaleza que produce una fuerte adhesión al bien aún cuando nada se puede cambiar.