martes, 30 de junio de 2009

Pasión o enfermedad?

Ninguna potencia humana es ciega; todas son luminosas, porque fueron creadas para percibir la luminosidad de la verdad. Las cosas fueron creadas por amor y desde una entidad, con una entidad y un sentido.
Uno puede, tomar todo como "plastilina ontológica", o sea, que yo puedo reducir la luminosidad de la verdad de las cosas y la belleza de su bondad a ser sólo materia prima de mis fantasías inmaduras y pretensiones pigmeas de poder omnímodo.
Pero toda potencia humana es luminosa. Por eso tiene sobriedad y armonía. Después, el hombre, ha ido muchas veces como recreando esto: algunas por mera moda, otras para no gastar tanto porque cuenta con menos, en otras para aliviarse el peso... pero pocas es, en realidad, expresión de una conciencia profunda de comunicación y de orden.
Lo que la gente suele llamar pasión es sólo una enfermedad, una compulsión, una obsesión, un capricho por complejo, una manía por fijación ante una personalidad basalmente insegura.
Esa aparente pasión es signo de inmadurez y de inmoderación, de tensión interna, de depresión larvada, de angustia atragantada. No es una potencia humana sana.
El pecado, en todo este abanico de posiblidades, es lo que la ciega; la encierra en mi juego de poder y la aprisiona en mi capricho.

La pasión no es ciega

Ninguna potencia humana es ciega, de otro modo, Dios nos habría creado defectuosos y no para disfrutar.
Lo que hace que sea ciega no es la potencia en sí misma sino el pecado. La pretensión de "exprimir" el gusto según el propio antojo... porque, ingenuos, no percibimos que eso suele más bien estar atado a la historia y no es la expresión profunda del ser humano. Y, la historia es siempre variable... en cambio, la expresión profunda, es un desarrollo siempre creciente... mientras la libertad se sostenga fielmente en esa línea.

Precisión, no menor. Porque suele confundirse con la pasión la compulsión más o menos obsesiva... eso no es pasión sino enfermedad... Y, muchos "apasionados" son en general más bien enfermos. Que no tienen una vida armoniosamente abierta a desarrollarse en diferentes dimensiones sino que agotan toda la energía en una especie de hiperconcentración "potente" y "rendidora".
Es una pena porque sacan lo que no corresponde para lo que no va bien, aunque pueda dar resultados provisoriamente satisfactorios. Sólo la sabiduría incorpora el tiempo para mirar; no sólo la simpleza de "proyecciones" optimizadas por la propia necesidad de fantasía.

lunes, 29 de junio de 2009

Asegurar qué?

Lo que mucha gente ignora por no tener moral, que es lo que da perspectiva en la vida, es que el paso del tiempo, el mejor amigo de la verdad, los encontrará cada vez más aislados internamente y con cada vez más conflictos que tendrán mucho que ver con la codicia y el miedo.
Y, esas dos cosas, con el transcurrir, son cada vez menos contralables y es cada vez más caro comprarlas, mediando, cada vez menos, las energías de la productividad de seguridades...
A veces la gente hace cualquier cosa para asegurar la jubilación... pero tristemente, no le alcanzará para "comprar" la felicidad y menos aún la vida... posiblemente algunas operaciones, cremas y fiestas con compañías...
Eso es una imagen poderosa de la Argentina. Y, lamentablemente, no sólo de la Argentina... Que Bernard Madoff no vivía por acá abajo y los islandeses no se quedaron al borde de la quiebra nacional por motivos muy distintos que los nuestros... Sólo que toma un poco más de tiempo poder enterarse.
Triste, pero verdad, y una buena verdad, festiva: porque con humildad y fidelidad pueden ser piedras de una tumba que sirvan para ser saneadas y reconstruidas en una forma nueva, plena de vida... pero son IMPRESCINDIBLES e IMPOSTERGABLES la humildad y la fidelidad.

lunes, 15 de junio de 2009

Espejismos

Lo que uno suele llamar ilusiones o sueños por lo general son profundos espejismos de codicia, vanidad o comodidad. Madres de pecados capitales que aportan "capital social" pero distancian de una vida verdadera en el amor.
No tienen que ver con esa "armonía" de resultados sino con una vitalidad despierta que sirve para crecer y ayudar a crecer. Donde la posición es servicio de amor y no el modo de sostener una corte que acompaña mis necesidades.
Mucha gente, incluso, no tiene familia, sino sólo lo que lo complementa en el sentido en que lo daña y no en que todos pueden crecer sanos. Por eso el constante y creciente deterioro con el paso del tiempo, que alivian las terapias... pero que sólo sanaría una conversión.
Porque puede que uno ya no pueda ser curado, por la densidad del daño, pero sí, puede ser sanado, porque lleva con salud sabia e inteligente sus heridas. Sabiduría e inteligencia que no son eminentemente intelectuales. Sí, luminosas, pero, particulamente, cordiales: porque llevan a la fidelidad a uno mismo y así, también lo hacen posible hacia los demás

martes, 2 de junio de 2009

La verdad como camino

No hay que forzarse a ser sincero para que lo puedan querer, aceptar, incluir. Eso es muy peligroso. Primero, en realidad, es poco probable que una persona con comunicación con sistemas internos de distribución de la información se anime a exponerse mucho. Pero podría pasar: para que me quieran o porque no aguanto más... digo, cuento... todo.
Y uno, creo, tiene que prepararse para VIVIR la verdad, la sinceridad, la transparencia, la humildad. Si uno no lo elige, y se expone a ser "sincero"... al menos... o algo parecido o próximo a la sinceridad... si uno se animara a eso, pero no hubiera trabajado internamente la decisión de aprender a vivir en la verdad... después podría sentirse desamparado. Porque tiene hábitos de mecanismos de control, de ocultamiento, de afecto fabricado en función de las satisfacciones y rabias escondidas a media lengua y en media sombra y refugios sociales provisorios en medio de donde debe estar y el cariño que se inventa para no perder y al mismo tiempo dolerse con rabia...
Si uno no se dispone a vivir en la verdad el desamparo es brutal. La gente, en general, es muy teatral... cuando no hay verdad tiene que haber algo que lo reemplace... y nada más a la mano que componer personajes con los trajes que la sociedad va imponiendo.
Al elegir la sinceridad como camino hacia la humildad, que es una virtud estable, uno aprende a asustarse menos. Pero a saber lo que tiene delante. Y a reconocer los límites de la vida en que el otro elige vivir, no sólo porque "puede o no puede" sino, particularmente, porque no se anima... O se anima porque le molesta... pero vuelve al gusto del poder del sistema viejo remozado.... ni bien tuviere la oportunidad...
Uno aprende a elegir la importancia del tiempo y el valor de las personas y de las cosas y de las situaciones y de las fuentes de placer... sin tener que irse al bosque... sino en medio mismo de la urbe turbulenta.
Uno no tiene que imponerse nunca algo para ser como o para caer bien... sino que tiene que haber una elección interna. Ahí, uno crece.... Sino conservará y siempre encontrará modos para llegar hasta el final...

Aprender a vivir

A veces hay que elegir... y saber correr el riesgo de perder. Si no se puede perder nada... podría crearse una situación parecida al chico que agarra todo y cree que, si agarra más que los demás tiene más... Y, en realidad, cuando más tiene, tanto más incrementa su debilidad para soportarlo... Del desánimo y la presión de tener tanto... se le comienza a caer todo. Se asusta y, ante la inestabilidad creciente, es mucho más grande el susto y no le queda nada.
Hay gente con amabilidad deslumbrante... pero una vez que se atravesó esa capa, se hace más difícil saber quiénes son en realidad o donde están. Las capas de autoprotección y el temor de equivocarse... son un problema. Porque uno nunca confía en nada ni en nadie. Ve qué le cierra y ponen la energía en no perderlo y sacar de eso lo más que puede... lo que puede... pero, en el fondo, ¿hay comunión con algo? Hay o una sonrisa o un rapto de dolor... pero no mucho más... goteos filtrados...
Hay gente con un acendrado ejercicio del marketing, de la publicidad, de la venta... Y eso se torna en dificultad para bajar ritmos... Casi nadie lo hace, y es común que la mayoría no lo haga. Por un tiempo les entretiene el espectáculo de planteos diferentes. Pero, ni bien logran algun tipo de estabilidad reconfortante... vuelan hacia otros "horizontes" y todo esto se queda en anécdota...
También están los que, para protegerse, se encierran en el laberinto de su dolor... y se asoman para gemir, ponen cara de que no les pasa nada, vuelven a gritar de dolor... Pero, en el fondo, no van nunca a abandonar la seguridad del trauma conocido ante el temor de la libertad por conocer... por si no les pudiere llegar a salir bien.
Creo que la integridad auna fuerzas interiores. Pero eso implica elegir e, incluso, perder. Y no volver a tratar de atrapar para no sentirse o solo o fracasado. El tema es llegar a sentir la vida, como vida, y empezar a transitarla desde uno mismo, desde adentro... con otros... Y ahí, en el planteo del adentro y la percepción de ese espacio... se despide la trama del superhombre... porque ese ser humano entre su maravilla y debilidad creatural... tiene otras percepciones de la vida.