viernes, 31 de octubre de 2008

Dolores del parto (propio)

Despertar la vida interior es siempre muy doloroso al principio. Se vive como una amputación o desgarro. Uno se ha habituado a vivir dentro del espacio de las viejas seguridades. Dentro de un modo de existir como ser humano basado en la imitación, con el riesgo de ser esclavo de formas que tienen exito social y rédito laboral, pero que no contienen verdadera vitalidad. El daño sólo se suele ver en el largo plazo cuando la mentira que portaban comienza a afectar el modo de funcionamiento, o produce vacíos internos por la falsedad y precariedad de lo que prometen y no tienen NINGUNA posibilidad de poder ofrecer verdaderamente.
El dolor no es indicativo de peligro para la integridad de la vitalidad. La inseguridad y la angustia del desprendimiento pueden ser saludables. A veces, uno retorna a los antiguos espacios pero recibidos de un modo COMPLETAMENTE diferente. Segun un nivel y un modo de verdad que no tiene nada que ver con las certezas de la etapa anterior.
Lo primero no es un análisis mental, subjetivo, sino vencer el temor y entrar en el conflicto con diálogo y reflexión larga y pausada. Sin buscar la certeza de un modo de disminuir el dolor. Nada tan saludable como poder sentirse perdido, no poder controlar, percibirse como inundado y descontrolado. Porque ahí el auxilio que se pide es verdadero: recibir algo nuevo. Y no mero "combustible" para volver a lo mismo pero con energías renovadas.
No se trata de renovar, reacomodar, redimensionar, sino de entrar en algo nuevo, diferente, más propiamente humano y no moldeable para conseguir un producto socializable y vendible.
Quien está perdido puede encontrar a alguien; quien está carente se alegra sólo de encontrar una solución al sufrimiento. Quien pueda sentir del dolor de no saber, puede recibir algo nuevo. Sin amparos afectivos; sin compañerismos que rellenen el vértigo del vacío; sin la aprobación que hace que uno no entre en el sí mismo; con el riesgo de vivir dependiendo de la sabiduría de otro y no en comunión con ella. Y de saber que la sabiduría misma quiere descubrirse como fuente interna y propia y no como provisión exterior.
Dios nos habla desde la entraña de la propia carne y no desde la forma exterior. La forma exterior me invita a ver en mi yo el misterio de mi libertad, para ir transformando todo en amor, con la claridad, la fuerza y por la puerta del propio Amor.

Vida afectiva y vida interior

La vida afectiva es diferente cuando uno tiene una débil vida interior.
De ser así, la presencia del otro (sensibilidad, salud, expectativas, historia, ilusiones recibidas y adquiridas) genera una atracción o rechazo profundos, en el aspecto más físico; la necesidad de fundirme con eso del otro (como con un bebé: "me lo comería"). O por el contrario, se me hace simple y totalmente insoportable su sola presencia física causándome irritación.
Cuando hay vida interior, toda esta emotividad encuentra un marco, una referencia diferente y un cauce. En la vida interior hay como dos aspectos. Uno es la conciencia de sí mismo. La percepción del sí mismo, de los dones, el descubrimiento de la misión personal y el sentido de la propia vida. Y otro, una visión objetiva, no unívoca y excluyente de las percepciones de los otros, pero sí, veraz. No de moda, según criterios de control de poder y rentabilidad, tan fácilmente inclinables por la codicia, la seducción, los celos, la envidia; tan permisivos de abusos prolijamente justificados.
Sin la interioridad, la afectividad es "pegajosa" y no sobria. Tiende a formar sensaciones de absolutos exagerados: tal es LA persona de mi vida, o MI salvador, o MI fuente de luminosidad. Todas exageraciones provisorias y utilitarias que se derrumban cuando el cuadro de las seguridades varía, o cuando la conciencia de la propia vacuidad me lleva, inmaduramente, sólo a salir de lo que duele para buscar otra situación que conforta. Un paliativo, no curativo.

martes, 28 de octubre de 2008

Lo imperecedero

Estamos llenos de gente que ha hecho grandes cosas y nunca ha pensado en el bien de nadie, ni siquiera en el suyo. Transcurre atrapado en pagar la eterna deuda hipotecaria de sus carencias, de las que espera ser liberado por la gracia de una dolorosa, pero liberadora, muerte.
Jesús dijo: "al que tenga se le dará, y al que no tenga se le quitará aún lo poco que tiene". No es una injusticia ni un premio al más arriesgado. Simplemente que lo que se nos da, no es para esconderlo y conformarnos con otros "incrementos", muy valiosos para la sociedad, sino para vivir más verdadera e intensamente, porque sólo así uno da lo mejor de sí mismo.
Y es posible que como fruto uno encuentre sólo el fracaso, porque a la gente lo que le interesa es lo que cree que le conviene.
En cambio la fidelidad a sí mismo y a la verdad, no se pueden perder por que la entidad de la verdad dura eternamente. Pero son riesgos a correr y uno elije.

sábado, 18 de octubre de 2008

Dejar que el dolor duela

Los dolores que son fruto de excesos y errores en la vida lastiman. Pero hay dolores buenos que es imperativo aprender a escucharlos porque indican el camino hacia la sanación o la libertad del perdón (de lo que es imposible modificar).
Si no distinguimos estos dos tipos de dolores y tomamos los dos por igual, entonces corremos el riesgo de confundir la paz con el confort. La paz está hecha de senderos de dolor también. El camino hacia ella los incluye. Entrar en el dolor que lleva a la libertad es sano; continuar acentuando lo que nos deteriora es patológico y pone en riesgo los planos más frágiles de la existencia en la vida física. El deterioro físico y psíquico y la confusión espiritual se producen por seguir sosteniendo, investigando o alentando cosas que son en sí mismas destructivas. Y aunque puedan parecer salidas de escape de planteos que nos causa dolor enfrentar. Y el mundo vende mucho de esto porque es muy rentable: distracciones, salidas, viajes, compras. Todo hacia afuera; hacia afuera de sí mismo, del problema. Que no es lo mismo que salir de casa para ir al hospital a internarse y entrar en terapia intensiva. De algun modo, esto segundo, es "salir de la casa para entrar en lo más profundo de sí mismo". En terapia uno está totalmente frágil, con peligro de muerte, sin poder manejar el poder manipuladoramente.
La gente no se conoce y que quiere ser como los demás; tener infantilmente todo lo que la hace sentirse bien sin medir las causas de su conducta y por qué tiene lo que tiene. Es pensar en la crisis coyuntural, del instante, sin hacer la proyección detenido a las causas reales: fui yo mismo quien acepto o quiso ser dueño del bien y del mal, y con mi libertad desarrollé todo el cataclismo existencial que deviene de él y con el que ataré, mientras no rechace el modo de la libertad paterna y busque en mi interior.
Siempre resulta más a mano esconderse o echarle la culpa al otro. Resulta más fácil sentirse el pueblo elegido que renunció a sus dioses y a su tierra para seguir un llamado que... le atraía. Si no le hubiera atraído no hubiera renunciado a lo suyo primario. Pero ahora que tiene hambre sólo recuerda que renunció y quiere cobrarlo. Estos dolores hay que reconocerlos. Para no echarle la culpa la nadie sino dejar ver lo propio.
Las racionalizaciones no ayudan porque son como sentencias que cierran la investigación. Lo que es "razonable" en términos de la paz social. Y, las injusticias del proceso, no pueden devolverle nada a la persona jurídicamente dañada, salvo una disculpa y/o algun resarcimiento económico.
Dejar que el dolor pueda hablar. No caer en los convencionalismos malamente autoprotectores de divan de "hago lo que puedo". Generalmente no hacemos lo que podemos por eso tenemos vidas miserables con justificaciones y apreciacione de sectores mal enfocados y sobre-inflados con adjetivos eufemísticos. Nuestra vida es mucho más miserable de lo que podríamos tolerar, pero el verla en su dinamismo y consecuencias nos permite entrar en la maravilla de la vida.
El tema es que, en un primer momento, en la terapia intensiva, nos vemos hechos un desastre y con riesgo de perderlo todo. Pero lo que sale es infinitamente superior.
Dejar que el dolor duela para que nos lleve mejor a la causa y se drene el sistema del poder de manipular. Que se lo pueda no sólo percibir, analizar y discutir en la mesa de las lágrimas, sino que pueda entrar en la carne y en el diálogo con el corazón. Que no sea un arrepentimiento provisorio, y que lágrimas no alivien sino que purifiquen el alma y dejen ver la luz de un día diferente. Ese día diferente que causa tanto miedo porque se parece a la vida de la gente que nos da lástima: sin poder ni influencias, como descartados de la vitalidad del éxito y de los primeros puestos...
Los que eligen bien son recordados y sus vidas nuevas son una inspiración. Son más que memoria, sus vidas han llegado a ser tránsitos, senderos, caminos, invitaciones, una mano tendida y fiel para animarse a entrar en lo mismo.

viernes, 17 de octubre de 2008

Uno mismo

Hay que aprender a vivir con uno mismo. Sin eso no hay hallazgo del tesoro que es uno, y la vida es un construir intercambios segun un coctel de ilusiones mas o menos presurizadas con violencia o dulzura, y con la inevitable y angustiosa renuncia al tener propia vida.
Este tema es universal. La fe ha venido a mostrar el camino de la libertad; la salud no para la eficacia sino para el amor, la libertad no para elegir sino para poder crecer y los encuentros no para acumular -con el consiguiente dolor de tener que custodiar- sino para dialogar, comunicarse, aprender y compartir. La famosa comunión.

jueves, 16 de octubre de 2008

Sanando la afectividad

En la estructura interna y el dinamismo de la afectivdad hay un componente interno y particularmente determinante que podríamos llamar el "aprecio". El eje sobre el que gira el ritmo y la intensidad de la afectividad.

No se puede vivir para las propias carencias, ya que todo lo que nos resulte con el sabor de superabundancia nos atrapa. Superabundancia que tiene como dos funciones:

- suplir el agujero mismo de la carencia

- brindar la sensación de que lo que dolió no volverá a suceder jamás, porque esta es una "fuente inagotable"; como una fortuna acumulada que no sería alterada por ninguna crisis. "Alma mía, come y duerme en paz, que tienes bienes acumulados para muchos años."

Muchas personas eligen sumergirse en la actividad para anestesiarse, concentrar la energía, y entonces evadir el conflicto de dolores muy profundos.

La sensación aparente y fantasiosa de "sobreabundancia" aseguradora permite evadir el miedo profundo y el dolor de enfrentarse a la realidad y resolverla. Algo así como la adrenalina que nos permite provisoriamente vivir situaciones extremas disminuyendo drásticamente el dolor físico y la ponderación de riesgos y consecuencias.

La solución primera y aparentemente más limpia es lograr sentirse el centro para alguien y a eso llamarlo amor. Cuando la muerte de lo que se quería poseer para ser el centro de dependencia biológico-afectivo ( hijo / relación con la persona que aparentemente ama) se rompe, vuelven a invadir virulentamente la "enfermedad" y con riesgo de muerte se quiebra la seguridad y la sensación de abundancia. La persona en tratamiento logra descubrir que quiere vivir. Pero entonces hace falta un elemento que reemplace a eso que provisoriamente dio la sensación de abundancia y de "para siempre".

Una opción terapéutica sería la de la reconstrucción de una voluntad que sea más realista y humilde; que logre aceptar toda la conflictividad de la convivencia personal y social aunque el problema de sentirse amado queda postergado. Como una sed insatisfecha que uno debería tolerar hasta que tenga que atravesar el largo desierto de la vida con oasis, noticias de que existen otras tierras, pero sin poder salir del laberinto del desierto hasta que la muerte llegase para liberarnos.

El encontrar ese amor es alcanzar el eje de una vida afectiva que no va a girar en torno al gozne de la presencia de alguien y a lo que esa persona pueda dar. Es la posibilidad de romper el círculo diabólico de la sumisión interesada, egoista y negociadora de "adorar" al ídolo -o al aspecto de ídolo- al que después habrá que pagarle peajes, intereses y más sonrientes y calladas sumisiones para no caer en el abismo del aislamiento.
Para esto se hace imprescindible entrar en la oscuridad de la propia sensación de aislamiento, con los matices con que fuese percibida, y encontrar la belleza de la propia soledad. De esa percepción de la estructura original. Donde está el diseño y la proyección, los colores y la luz originales, sin resturadores, carentes de gustos y de capacidad de percepción.
Tocar el espacio de la verdadera libertad donde surge el coraje para no medirse por los avatares de la vida sino vivir de los propios recursos y con la prudencia y sensatez de no pretender modificar por decreto la morfología de la vida. Es donde brota el amor tierno y delicado que es el único que podrá ser verdaderamente fiel, porque no adora para alcanzar un lugar de dependencia ni busca la adoración para no sentirse despojado y tener que mentir para sobrevivir en la selva de la eficacia.

sábado, 11 de octubre de 2008

La verdadera belleza

La gente compra bienes caros como una complementariedad exterior a la conciencia de quienes son. Creen que lo que valen es -mayormente-, lo que pueden tener. Y ahi, tal vez, sería conveniente revisar el sentido de lo bello.
Cuanto más percibida la propia belleza interior, la exterior es sólo instrumental, pasajera, provisoria y reductible. Cuanto menos habita la interior, algo que se le parece, la estética (o el protocolo, o el "buen gusto" o lo "fino" o "refinado", o lo "políticamente correcto"), nos posee y atrapa casi sin darnos cuenta. Y en vez de elaborar mejor el mundo, lo reduce sólo a cosas bonitas, apreciables, que llaman la atención del aprecio.
Nadie puede quitarnos la belleza de una vida mejor compuesta, aún con medios "despreciables". Porque la belleza brota más de la aptitud interior que de las concreciones... que son muy variables; MUY variables; externas, y no siempre dependen de mi voluntad.

martes, 7 de octubre de 2008

Lo valioso no se pierde

El dinero es necesario para vivir; el problema es cuando se hace necesario para existir o ser alguien, porque uno, tal vez, anestesiado y sin llegar a darse cuenta, estaría como comprándose a sí mismo en una especie de hipoteca que duraría toda la vida "adulta". Entonces, las preocupaciones de la vida miden todo. Y, claro, uno tiene mil disculpas y discursos: desde los traumas de la postergación de tal o cual en la sociedad, desde lo que te faltó o te sobró y no tenías independencia...
El tema es descubrir el valor del afecto. Pero de un afecto sano. No del muy común que tiene más "plasticola" que calidez, o algun pegamento tipo "la Gotita" que da calor... pero sin la calidez que pide el amor verdadero. Las consecuencias se ven siempre, en general, en el largo tramo. Gente frenética, insegura, codiciosa, utilitarios, llenos de celos y envidias, con una competitividad que tiene que ser aplacada con algun lenitivo de moda en cada circunstancia...
La afectividad, cuando es sana, lleva a la persona a lo que no puede perder: su capacidad de creatividad, de calidez, de sentido de la vida. La vida es muy cruel y las personas elevamos la dificultad a la enésima potencia, y tal vez con una sonrisa amable.
El afecto lleva a lo más bello, lo intangible, la riqueza que no se menoscaba y pierde. Pero la crisis revela si yo he confundido el afecto con el humor y si lo uso solo para calmar mis estados de animo. Entonces, la vida es un transcurrir lleno de emociones de toda forma y color pero sin sentimientos. No hay posibilidad de fidelidad. Todo es energía para sacar "las papas del horno" o atrapar las burbujas para que no se nos escape la fiesta, y todo el arco de matices en el amplio medio.
El afecto se cultiva y se despierta, se elabora y se cuida a lo largo de toda la vida. Nos hace salir de la estrechez rentable y arbitraria del "humor" para poder comenzar a sentirnos vivos, compartir eso con los demás, celebrar siempre aún cuando todo se desmoronare, y saber que podemos volver a empezar siempre pero sólo con verdad y respeto para perdonarnos por lo que contribuimos a causar o habíamos causado nosotros mismos. Siempre podemos volver a jugar y a celebrar.

Pretender resolver

La vida no se resuelve en un día. En un día uno sólo decide cambiar la dirección en el sentido que se percibe correcto... pero la vida no cambió. Y es tal vez la parte más dolorosa porque no es como en los cuentos de hadas infantiles o de los grandes héroes con sus victorias asombrosas.
Sí, cambió todo... en el sentido de que lo más importante es la dirección y no la concreción. Porque el cambio está hecho más de fidelidad que de resultados. Algo que el mundo comprende cada vez menos y cada vez peor. Por eso a la gente se la mueve de un lado para el otro y para todo. Es como una carrera frenética para sostener el sistema y no a las personas ni su crecimiento. Con algunos premios a la codicia para seguir sosteniendo el aliento de un disparate. Inevitable rafting social hasta que la sociedades se vayan autoestrangulando.
En la fidelidad se van liberando como por goteo en una Terapia Intensiva o en un regadío en el desierto, mínimas fomas nuevas. Y uno las va percibiendo, adaptándose a ellas y tolerándolas.
La vida no se resuelve en un día y no son buenas las precipitaciones sólo por los entusiasmos o para liberarnos de las tensiones. A los entusiasmos hay que aprender a domesticar su salvajismo efervescente y a las tensiones hay que aprender a calmarlas para seguir esperando algo verdaderamente bueno y no provisoriamente satisfactorio.

Coherencia, humildad, orden

La coherencia no está en la concreción, sino en la búsqueda siempre fiel y en el trabajo para que eso vaya modelando la forma en la verdad.
Pero sin humildad es imposible este dinamismo. Y es siempre necesario volver ahí. Sin ella se vive o como una inseguridad o como un despojo el crecimiento. Por eso el espacio de la verdad es como un arcón; está ahí y uno va a buscar.
Cuanto más orden sano tiene la vida, más fáciles son los hábitos de dónde ir a buscar. Cuánto más nos dejamos llevar por los puros intereses, tanto más dependemos de algo externo y que entra bajo las formas seductoras de las ilusiones o las extorsiones afectivas.

lunes, 6 de octubre de 2008

Afectividad

La afectividad es uno del grandes tesoros de los vínculos humanos. Pero lo que solemos llamar "afectividad" no lo es, sino que es la clave de seducción, de contacto, de acceso de penetración de la realidad del otro para tratar de incorporarlo a mí mismo. De crear una especie de caravana... y no de transitar juntos un camino.
Con esta afectividad lo que hago es descubrir los puntos de necesidad o puntos débiles de todo orden con los que puedo construir relaciones de intercambio, poder y dependencia. Y la cumbre de esto es la satisfacción más o menos recíproca y más o menos desproporcionada. Siempre se saca algo, aunque sea menos que el otro y uno lo acepte a la espera de ganar en el futuro, o de asegurarse la sensación de continuidad teniendo a alguien o algo "a pesar de todo"...
La sana afectividad, en cambio, es lo que ayuda a despertar la sensación de la vida. Que la existencia no se mide ni sólo ni principalmente por los resultados, tantas veces atados a la locura o depravaciones humanas de todo orden, bajo la forma de la dulzura o de la violencia. Ambas violencias para la integridad del ser humano y grandes amenzas para poder desplegarse como tal y estar en el propio espacio aún en medio de la adversidad... y, sobre todo, para no enamorarse equívocamente del instante, en los momentos de bonanza.
La sana afectividad no depende ni de las circunstancias ni de los logros ni de los resultados ni su cumbre se identifica con nada de eso. No es el grito de triunfo de un logro alcanzado. Es como el aire, un continuo, casi sin importancia, que está ahí y debe estarlo, hasta que notamos que hace falta.
La sana afectividad alienta la esperanza porque no falta nunca y puede crecer y aumentar paradójicamente cuando el poder de las circunstancias nos despojan y tomamos conciencia de lo esencial, de lo que estuvo siempre y nunca vimos.

Vivir y transcurrir

Uno de los aspectos mas dolorosos de la existencia humana es una vida sin vida; una existencia limitada a transcurrir. La pobreza de vinculos autenticos. Es ahi donde, el encuentro consigo mismo funda, por el camino de la soledad y el silencio el primer vinculo... consigo mismo. La conciencia de tener dones recibidos que no proceden ni de la propia inventiva ni de la energia de la voluntad. Y ahi amanezco yo, la oportunidad de nacer, de "darme" a luz, y de percibir a los demas. Y aparece la sensatez, la misericordia, la compasion, la benvolencia, y también la capacidad de decir no y de decir basta, solo por amor y no pensando siempre en la autopreservacion.
Cuando llega la decepcion de las propias fantasias sobrevienen las tormentas de ruptura. La gente se fascina, pero, cuando algo en vez de causarle alivio la invita a crecer... pasan de dulces a fieras que devoran la verdad e intentan sobrevivir en medio de la misma locura en que los pusieron y, con el paso del tiempo, ellos mismos aceptaron permanecer con el juego de algunas ventajas.
Una relacion de seguridad y continuidad, pero sin vinculo, donde la gente se queda y elige permanecer; en donde vivir se torna una lenta agonia de degradacion y perdida constante. Cuando la luz se hace cada vez mas distante y tiene que ser reemplazada por la luz artificial de las ideas -no porque lo sea, sino porque perdio conexion con la luz real que te lleva a las formas verdaderas de las cosas y personas-; cuando todo se torna materia prima para tu voluntad; cuando el dolor se agiganta y despliega y genera amplios sectores internos de angustia y miedo de perder lo que posee sobre la base de la propia fuerza; cuando los eventos negativos y la vejez, piden formas mas sofisticadamente degradas para dar lastima o culpa o intentar retener con el recurso a los viejos recuerdos... cuando la "dulzura" exterior de los momentos ocultaba las intenciones de manejo, manipulacion y uso para el servicio propio de tener algo para si mismo y sentirse valioso por adicion.
Muchas personas viven tranquilamente pero sin paz. Elijen el juego infantil de fantasias y dolor interno mitigado artificialmente. Una vida, sin vida, una existencia reducida al transcurrir.

sábado, 4 de octubre de 2008

La libertad ultima

El problema de la fragilidad no esta en la situacion sino en el modo como la enfrento. Cada uno tiene una sensibilidad particular y lo que sucede no impide que se viva ni sea el nucleo de tu accionar. Por eso no importa tanto lo que uno tenga que hacer. Muchas veces no tenemos opcion y hay que hacer lo que hay delante. O faltan posibilidades o uno no conoce otra cosa o la violencia de las cricunstancias y/o personas lo imponen del modo mas o menos peor.
Aún así, no puede impedirme que yo lo haga a mi modo. Y ahi, aun en medio de la imposibilidad externa, yo tengo una via de gozo y de disfrute, de libertad y concretez. Por eso, el carcelero, se siente victorioso al percibir que materialmente acumula poder sobre mi... pero no sabe que no lo tiene.
Quien esta en si, conoce su mision y tiene el poder de su mision en si mismo. Y la despliega en lo que tiene delante. Quien no la conoce y solo tiene o agendas o proyectos laborales o ilusiones mas o menos inundadas por "inmaduros mandatos previos"; quien vive para evitar el dolor de sus carencias o que no se noten en medio de la selva del poder... para no terminar arrasado tambien prematuramente por la ley del mas fuerte... ese es totalmente fragil... Porque el tiempo, el paso del tiempo, la "decadencia" del imperio de lo solo material concretara el perverso adagio "sentate a la puerta de tu casa y veras pasar a tu enemigo".

Autoposesión

Quien no es dueño de si mismo termina apropiandose de alguien o de algo. Y en la medida en que uno es dueño de si mismo no busca poseer sino solo comunicarse, dialogar, ver, mirar, tocar, encontrar... senderos hacia un contacto real y la comunion.
Quien se posee no tiene necesidad de apropiarse. Porta en la mochila solo lo necesario para el camino. De lo contrario, el trayecto se va haciendo agobiante hasta llegar a ser insoportable; la vision desde las cumbres es bellisima e impactante porque todo lo que era inmenso tiene una proporcion completamente diferente. Y una cosa no niega la otra.
La sensacion de lejania y la dificultad y el dolor del trayecto... la soledad dificil del desconcierto sobre si podre o no llegar... Pero, cuando se arriba... el agotamiento y la extenuacion pasan a un segundo plano porque, en un horizonte nuevo, todo alcanza su justa proporcion.
Quien arribo guarda en su corazon la memoria de la tension y diversidad de las dos visiones y sabiamente las incluye en su vida y en su mirar y vivir. Quien se quedare solo con lo que esta viendo, pierde la proporcion real para quedarse solo con el instante de percepcion de su ojo y juzga mal la realidad. Una avalancha mas tarde le despojara, primero adentro y luego afuera, lo que celosamente guarda en su posesion.
Quien se posee no necesita de la cantidad. Quien no es dueño de si mismo, solo el "mas" le da sensacion de seguridad. Quien ha tomado contacto consigo mismo sabe qué es necesario, y cuánto; y sabe qué tiene. No se mide por lo que hace sino por la capacidad innata de poder llegar, que madura solo con el ejercicio de seguir caminando. Ningun logro lo acaba o concreta.
Esto no es como la angustia de quien, por perspectiva de adición necesita siempre y solo MAS. El que se posee sabe que no depende del "mas" sino de lo que hay mas ADELANTE. No corre tras un numero, una seguridad, sino que busca y sabe que va a encontrar.

Identidad y capacidad

A veces existe la tendencia a sentirse dueño de lo que no se es propietario. Porque se desarrollan las capacidades de las personas o cosas pero sin percibir su identidad profunda. La identidad conlleva una vocación y una misión. La capacidad es la aptitud que permite una adaptación social de acuerdo con los intereses coyunturales. Sea superar abusos de autoridad y de clase a nivel de los principios, sea tratar de concretarlo a nivel del poder (desarrollo técnico o acumulación material de bienes y o servicios).
No quiero decir que el espíritu humano (tal vez algo así pensara Marx) desarrolla algo para conquistar poder. En general, en un principio está MUCHO MÁS la espontánea fascinación del espíritu humano que busca responder al medio y transformarlo para ser señor, viviendo el "mandato" original de crecer y aprender el camino de la felicidad. Con propias posibilidades internas que le permiten tomar conciencia de que puede percibir la felicidad y llegar a disfrutarla; no que la felicidad sea la concreción o la seguridad, pero sí que tiene potencial interno de percibir, recrear, descubrir, disfrutar y finalmente entrar en comunión con un misterio que supera todo lo que pudo desarrollar.
Quien está capacitado, sabe cómo moverse en la sociedad pero no sabe quién es, por lo tanto, podría servir para cualquier tarea que la sociedad le pidiera de acuerdo con sus ritmos coyuturales; algo así como quien puede llevar muy bien un rafting gobernando sus temores y aprendiendo y acostumbrándose a los ritmos del medio donde está.
La identidad me lleva hacia mí mismo y hacia la esencia de las personas y cosas. Es entonces que los conozco. Puedo saber usarlo con el ejercicio de mis capacidades, pero no saber qué sea lo que tengo; algo así como un mercenario: puede cobrar por un trabajo bien hecho pero no tiene su corazón puesto en nada. Y, sin corazón, es imposible conocer; sólo puedo ser un excelente experto en el uso.
Y, quien usa, termina explotando. Parte de la dinámica del "uso" es la tentación de emborracharse con la fascinación de las posibilidades sin pensar en las consecuencias, una especie de embriaguez de poder. Y, cuando más me meto y despliego, tanto más adicto me hago, me hundo y los demás me envidian porque, en el plano material domino más (con personas también). Paradójicamente cada vez soy menos señor, cada vez crezca la extranjería en mí y conmigo mismo.
Quien explota, usando de acuerdo con sus capacidades, pierde la habilidad de trabajar porque no puede llegar al fruto. Se queda con el mero cálculo superficial de la rentabilidad. Claro, como uno "necesita" sentirse humano de algun modo, RECUBRIMOS con emociones y algunas conductas nuestro comportamiento. Pero, lo que hay realmente no tiene vida sino distintas formas de muerte. No es el hombre quien vive y habita su ser sino sólo la energía. Y la energía, en el plano de sí misma, sirve para cualquier cosa, no tiene bien ni mal, por eso podríamos prescindir de esos criterios.
Y cuanto más energía liberada en este sentido, tanta menos vida. Sin orden es imposible; sin restricciones y renuncias y dolores y pérdidas no es posible crecer; acumular no es crecer. Y, la tranquilidad que se compra o consigue, no tiene nada que ver con la serena -y muy dolida tantas veces- serenidad de la paz.

Vinculos

Uno no puede tener un vínculo con otros si no lo ha generado antes consigo mismo. Porque, en el trato con los demás hay una serie de intercambios o necesarios o convenientes -sin entrar a distinguir las múltiples formas válidas o degradadas de "conveniencia"- que darían la sensación de que hay una comunicación hacia una comunión... cuando, en realidad, hay sólo intercambio.
Y eso mientras es grato funciona. Cuando no, el torrente de decepciones y "balaceras" recíprocas
para recordar quién era LA víctima honesta y perjudicada -aunque uno por "ser humano" reconozca "algunas deficiencias"- y ahí no puede haber verdad sanante, aunque haya verismo en las descripciones.
El vínculo está constituido sobre, al menos dos cosas, la verdad y su despliegue. No alcanza con sólo ver la verdad; la verdad pide la carne y el riesgo de darle forma personal, profunda y concreta. Como una obra de arte: puede ser o decorativa o artística. Muchas personas buscan complacer. Y en eso, no le importan ni siquiera los demás -aunque puedan crear una sensación vívida de esto- sino que buscan siempre saciar su interés, segun el acopio de las situaciones coyunturales.
El vínculo es fuente de solidez. En términos evangélicos es la parábola de construir la casa sobre roca y no sobre arena.
La tolerancia de la imperfección muchas veces no es aceptación de la realidad sino sólo una satisfacción de intereses a la espera de encontrar más un poco más adelante.
La verdad es muy superior a la concreción y lo honrado es el crecimiento
y no el dinero como fin. Es lógico que te paguen para vivir y crecer y desarrollarte, pero sin perder de vista que uno da "vida" y recibir dinero, en el fondo, no es equiparable.

Tensiones y solidez

¿Por qué uno no puede tolerar todo el disparate de la famosa crisis de los cuarenta? Si uno se lo tolera a un adolescente; ¿por qué no a uno de cuarenta? Y, ¿por qué no a uno de más edad, las crisis de su edad?
Con lo cual, la idea de alguna vez encontrar la estabilidad placentera en la vida, no existe. Y, el criterio de que la felicidad son sólo buenos momentos, como breves o pasajeros interludios entre las crisis, y a los que hay que despedir con romántico dolor cuando las circunstancias pidieren bravo esfuerzo para enfrentar las andanadas de problemas, tampoco sería verdad.
La vida es la solidez del vínculo y, sobre el vínculo se van a suceder todos estos cambios. Quien no tolera las tensiones de la vida no puede tener un amor sólido ni atravesar las distintas etapas de la vida, con una sana y realista benevolencia.

Soledad y dependencia

Ser independiente no es lo mismo que saber estar solo. Hoy, el sistema formativo y laboral, ayuda más fácilmente a evitar los abusos antiguos: la mujer sometida al varon, las personas sometidas al padre de familia, gente sometida a regímenes.
La formación y el sistema laboral actual te permiten pagar tus cuentas, y el cuadro legal que te desplaces con más movilidad. Incluso, moverte a que te vayas a vivir juntos porque eso te ahorra gastos y además podrías tener menos impuestos.
La esencia, la riqueza de la sociedad que es que la gente esté consigo misma, ha desaparecido. Se pasa de una dependencia a otra en un cuadro de festejada independencia... económica, guiada por: yo tengo los medios... pero te lo voy a cobrar! Es una sociedad de "amistad" pero cada uno tiene que cumplir su parte del contrato. ¡La invasión de lo contractual!
Y en la cumbre de la evolución, se le ponen clásusulas para preservarte en eventuales riesgos futuros. Y es una gran evolucion el desarrollo de lo legal, pero el problema es que la ley vive para el resguardo de eventualidades,y perdió su función de ayudar a conducir a un "dar a luz" el ORDEN.
El orden es distinto de la regla discrecional -disfrazada de "principio"- que permite tener sometida a la gente. El orden es vital y, por ejemplo, nos protege de la tentación de la codicia. Porque, cuando todo se "contractualiza" entonces la codicia gobierna; aún los afectos y en la cama. No es diálogo, no es contemplación del otro. Es TODO mental, cartesiano: "pienso, luego existo...". El desprecio del espíritu humano en su dimensión creativa más profunda. Entonces, las ideas rentables, parecieran ser las más ricas y, las menos productivas, mucho menos interesantes.
Cuando sobreviene el colapso de las excentricidades, uno vuelve a las cosas básicas. Y la gente sale de sus ilusteres ominipencias citadinas para huir al despojo de la naturaleza. Con aire acondicionado y alguien que te lleve la copa de champagne; jugar a "pobres" por un rato o por unos días pero, con estos pequeños placeres contractuales.
El peligro de la "independencia" sin soledad, sin sí mismo... una especie de anti "vos" para no quedar sometido a tu poder y caer en el poder de la codicia y del contrato, sin vida... todo mental...

Soy yo (no vos)

Si uno ataca al otro, con más o menos compasión, pero lo ataca porque se siente desbordado por sus abusos -los cuales eran amablemente tolerables dentro de los límites del placer consentido por uno-, entonces, lo que corrige no es el ORDEN que puede ser base para un vínculo o una sociedad, sino que se venga de que el otro haya pinchado una fantasía más o menos grata. Entonces, se produce el desplazamiento del amor al odio. Odio que podrá tener distintos tipos de expresión y de intensidad y con más o menos eufemismos detrás.
En cambio, el camino distinto, de entrar en sí mismo y ver qué le permití al otro, por qué yo lo hice, qué sacaba de eso, por qué lo mantuve tanto tiempo, qué me impidió dar cuenta y encontrar ahí una clara conexión, lleva a una profunda benevolencia, compasión y determinación de hacer las correcciones necesarias y vitales, para no caer en una más o menos sutil venganza o infantilismo de volver a mi "nivel de tolerancia" entre la tensión y el placer.
El constante error de decir que el amor tiene que ver con negociar, y no con ser sinceros y dialogar que, aunque se le parezca, no tiene nada que ver. Se pueden negociar contratos y acuerdos comerciales o políticos, pero no vínculos. Incluso, al buscar la paz social, nacional o internacional, si no hay grandeza en los líderes -cosa que no se puede exigir, pero sí, hay que percibir- no se gesta una comunidad de naciones... sino sólo naciones unidas... que ya es bastante... aunque es mucho más frágil... Cuando se le cambian los nombres a las instituciones, tal vez, también, se esté indicando una variación en los valores de la sociedad y una orientación diferente de sentimientos a meras emociones que acompañan momentos.

Morir (a las fantasias) para poder resucitar (a la vida)

Lo bueno de la sabiduría es que es sólo una semilla.

La parte más dolorosa es que hay que injertarla en la propia carne para que libere su fecundidad y arrastre las formas obsoletas, o sea, no vitales, y geste las nuevas.

Sin entierro, no hay nacimiento; sin oscuridad, no hay luz; sin dolor, no hay nacimiento.

Ser lo que uno es

Todo lo atávico, imposición social de tránsito en el momento de paso por el sistema, los "mandatos" imperativos familiares que crean un vida perfecta... parecida a un "perro"... mejor o peor amaestrado... de más o menos raza... con más o menos pedigree formalmente rentable o lustroso al menos...
Ese dinamismo hacia afuera y la falta de estructura interna que permita reconocerse como persona -en toda su dimensión-, crean la imposibilidad de avanzar hacia adentro y profundo; entonces ya no hay antropología sino sólo dinamismo y rendimiento.
El hombre no puede escindirse de las preguntas sobre el origen y el fin y sobre el hecho de que va a fallecer; incluso tratando de negarlo.
La finitud no se supera jamás; sólo se acepta. Y uno descubre que no es obstáculo sino una forma de riqueza: puedo esto y no puedo todo.
Por otra parte, la pasión profunda me guía hacia mí mismo, hacia mi parte. Sólo la codicia y lo imperativo externo pueden torcer mi "fuego interior" y, de un modo prometeico, intentar usarlo para otros menesteres rentables y rendidores en el exterior, pero que cuanto más eficacia tanto más oscuridad y vacío interno, tanto más extranjería en mí mismo y distancia de la percepción profunda de mi esencia.
Sante Teresa Benedicta de la Cruz dijo: "cada ser encuentra el cobijo en su esencia". Siempre conocemos menos y poco y nos toma mucho trabajo, paciencia y tolerancia saludable con el error y la confusión. Nada tan peligroso como la pretención de ser genios o expertos o, peor aún, el mejor.

De padres, progenitores y esperanza

Si uno viniera al mundo por el deseo de su progenitores, Dios sería un monstruo. Hay gente que nace en violaciones y su existencia tendría que reducirse a pagar pastillas y psiquiatra si tuviera el dinero y a "resignarse" el resto de la vida.
Poca gente, valiente, admite en momentos profundos o cuando está desesperada que no deseó a sus hijos, o que hizo lo "humanamente posible" para "sacárselos" y perderlos, pero le salió mal y vinieron. Poca gente medita y entra dentro de sí mismo y se preguntá qué siente y de dónde le viene. Entonces no saben nada de nada en la vida y sólo perciben gustos y hacen contratos más o menos duraderos sólo de gustos y entusiasmos, y lo llaman "amor". Pero de amor y fidelidad, nada!
Ese sueño y deseo de Dios funda la persona humana particular y concreta. Un ser que es una magnífica obra de arte, llena de belleza y de tesoros. Eso está en la persona y no hay ninguna posibilidad de que sea "mala". Es el lugar interno más profundo, al que uno, por la belleza fabulosa del perdón, puede entrar setenta veces siete. Toda la vida, siempre, hubiere perdido lo que hubiere perdido y arruinado lo que arruinado y dañado en sí o en otros lo que hubiere irreparablemente dañado.El perdón y el amor, y un nuevo sentido del tiempo y del futuro: no puedo arreglar lo que hice pero tiene la solución de que puedo ser señor de mi vida en el presente y el futuro, viviendo de otro modo, con amor. Pero, para esto tengo que "nacer de nuevo", de lo alto, "hacerme como un niño", y buscar otro Camino, otra Verdad y una Vida diferente.

El camino (a uno mismo)

Algunas personas son más vehementes, temperamentales. Reactivos con más velocidad. Eso les da otro tipo de riquezas y de cualidades y otro tipo de dificultades. Se pueden cegar más fácilmente y "entusiasmar" más velozmente, y no se darían tan fácilmente cuenta de que pueden ser fantasías. Es más fácil decir que alguien es romántico y apasionado, que reconocer que es fantasioso y obesivo, casi adictivo! Pero, si lo reconoce, lo puede trabajar.
Y esos "defectos", modalidades internas, con el paso del tiempo, en vez de disminuirse podrían exacerbarse. Y esto no es falta de pureza interior ni de evolución. La evolución interior no genera necesariamente una especie de pureza química. La pureza de un ser humano está en la sensatez de seguir aprendiendo a no asustarse por lo que tenga dentro y a recibirlo y trabajarlo hacia el bien en el que quiere vivir; hacia su propio tesoro interior, que es lo único que podemos resguardar y es la fuente de la vida.
Está todo ahí, puesto por Dios y cuidado por Él mismo para poder reencontrarlo. Para eso vino Jesús, para ser la "puerta","puerta estrecha", pero LA puerta. Y el Espíritu que se hace como el portero y recepcionista que nos busca, recibe e indica y corrige la dirección.
Renunciar es doloroso. Pero es peor acotar mucho la vida en las ilusiones. Porque la realidad te desborda y uno tiene que elegir entre los propios "juguetes" soñados o el amor en medio de la realidad. Y, pensar demasiado en los propios juguetes nos hace muy frágiles porque, sin darnos cuenta, nos va como dominando el miedo de perderlos.
Hay que poder arreglar algo lindo dentro de los límites; igual lo más lindo y que genera mucha más paz es haber logrado trascender la imperatividad de las propias ilusiones y conservar el amor con humildad y sencillez para vivir la realidad o el amor como son posibles en cada momento. Ese es el mejor viaje y descanso: hacia adentro.

Muertos vivos

Drama es que la gente no viva; que pase por la vida sin llegar a darse cuenta de que no lo hace. Eso es un drama; no una tragedia porque tiene solución; pero es un drama, doloroso y muy triste.
Sacarse la "basura" de la cabeza es como sacar tumores y vivir la maravilla de lo que uno pueda con lo que queda... luego de haber extraido lo mortal.
No hay que flagelar a tu cuerpo por "arruinarte la vida" con esos bultitos, sino que te amigás y con él empezás a aceptar con humildad qué podés hacer. Pero uno tiene que saber qué le apasiona. Cuál querría que fuera mi epitafio.
Cuando enfermamos, queremos curarnos para seguir haciendo lo que se nos da la gana. Vivo es quien busca adentro y aprende, humildemente a no "caer en esta tentación", busca "el pan de cada día", y le pregunta al QUE SABE, que es un poco más que sus neuronas...

Dios, el agente secreto

Creo que no es posible prescindir del "deseo" de Dios sobre uno mismo. La consecuencia es no llegar a uno mismo. Aunque parezca una tautología Dios es tan misericordioso que se manifiesta aún cuando preferiríamos que no estuviera ahí; y se hace umbral misterioso y senda pascual de un paso a algo mejor. No se me ocurre sin Él, y me parece que Él no puede no estar.
Puedo imaginar que uno no lo quiera invitar y Él venga igual aceptando trabajar de mozo y entra haciendo cola y poniéndose el uniforme menos importante. Pero entra y mira con dulzura y ofrece la comida con amabilidad, y alcanza un pañuelo con delicadeza cuando uno está embargado por el llanto y ofrece un gesto cálido cuando uno está devorado por el miedo.
Y habla en el silencio para decir cosas buenas que necesitamos escuchar pero uno puede quedarse con el pañuelo y sus ventajas, con la sonrisa y el alivio, con sus palabras leíadas en el "inconsciente" como ideas propias, y nunca llegar a verlo. Y Èl mismo es tan discreto y delicado que no se impondrá nunca. Podrá levantar tormentas y vendavales pero para ayudarnos a despertar con cosas que desde nuestros registros anquilosados nos llaman la antención. Hasta se baja a las formas de nuestra propia locura para acercarnos.
Un ejemplo concreto. Siempre tuve terror de no ser el mejor -nunca lo era pero estaba más o menos cerca y algunos premios consuelo me hacían soportable el sobrellevarlo - y estoy convencido y me di cuenta mucho antes -con horror- de que dependía de mis calificaciones académicas para sostener mi "autoestima" y que eso era peligrosísimo porque podía venirse abajo. Y no era verdad porque yo no era tanto como pretendía y otros esperaban de mí para que todo estuviera en orden (mis padres para corresponder a su sacrificio porque "era mi trabajo y de lo único que debía ocuparme"; los profesores porque querían tener la satisfacción de que su modelo educativo diera resultados en alguien; los adultos en general porque les gustaba ver un chico de acuerdo con sus expectativas). Pero ninguno pensó en mis sentimientos ni en mi dolor ni en mis miedos.
Y ahí, en medio de toda esta locura, respetando todas las libertades en todas sus formas de despliegue, estaba Él conservando la vida y abriéndola en un milímetro de esperanza a través de abismo en abismo; cada día; mil veces al día; sobre todo cuando la muerte se acercaba para parecer más grata que el ardor sufriente de volver a enfrentar cada día y a todo el mundo. Sin Él no habría habido hoy ni haber aprendido a celebrar, aún cuando las más de las veces no hay fiesta!
En la condición humana cada uno cree estar ocupado consigo mismo y se busca como no se encontrará y construye lo que no dará fecundidad porque tiene sólo ideas pero no palabras que puedan llenarse de carne y de vida y de fidelidad y de crecimiento.
La verdad es que la vida no se me ocurre sin Él. Sí, creo que es tan discreto que hasta está presente cuando lo rechazamos y preferimos poner en su lugar una elucubración que podríamos desvestir y revestir a nuestro modo o antojo dependiendo de los vientos del momento y de la incidencia de los "traumas".

Mal pero acostumbrado

No es que uno tenga que crecer. Pero tal vez esta criatura, una dimensión de su vida, sea dar una mano para crecer. Cuando uno ama a alguien, eso mismo, despierta dentro de uno todo lo que tiene. Los gestos de seducción para conseguir lo que cree que le faltó, las amabilidades interesadas, los sueños de una vida mejor y de buscar cómo concretarlos. Entonces, la presencia misma del otro, despierta un sanísimo "examen de conciencia"... puedo ver y descubrir por que hago lo que hago: cuál es mi real intención profunda.
Usualmente, por un concepto erróneo, tenemos miedo de ser malos. Entonces, cuando descubrimos algo que no nos gustó de nosotros hacia el otro lo tapamos, dándole o haciéndole cosas que al otro le gustan o que nos pedían y nosotros nos negábamos por otro interés o un juego de poder de egoismo. Y eso es lo que va creando ese dinamismo del vínculo que la gente llama comunmente "amor-odio".
En realidad, en lugar de asustarme por lo que veo en mí que no me gusta, sería bueno no taparlo (y decidir ser "bueno" por un rato con quien tengo enfrente), ver eso malo, no dejarme llevar por el susto. Y empezar a estudiarlo para ver cuál es la raíz de eso y trabajarlo. Y ver que puedo sanar y que mi vida no está atada a eso.
El perdón tiene el poder de poner en mi propio tiempo una vida nueva acá y ahora. Cuando yo pido perdón de corazón, suelto toda la vida vieja y entro en mí, en quien Dios deseó con cariño inmenso, y gesto mi propia vida pero de un modo completamente nuevo. No hace falta repetir ni transmutar.
Y el "castigo" de Dios no es un aplastamiento en cosas que "me merezco", sino el tratamiento de choque del médico. Una persona en terapia parace encarcelada, pero todos son gestos de amor para que recupere el sí mismo y salga. Y el modo como un médico entra en la enfermedad de otra persona, con veracidad y sin reproches, se parece al modo como lo hace Dios. Y cuando el médico también dice que hay cosas que quedan impedidas para siempre no es una sentencia de muerte sino una clarificación de qué cosas no puedo hacer más para poder concentrarme en lo que sí puedo y en eso vivirlo con amor.
Mucha gente usa la fantasía para protegerse. Se autoengaña flagrantemente contándo una vida que claramente no tiene, y cuando se intenta ayudarlas a atravesar el dolor de tener que soltar esas fantasías, generalmente no vuelven más... hasta que tengan algo muy grave.
En cierto punto de la vida uno padece lo que no recibió o recibió mal, pero comprende las deficiencias de los otros y los respeta y ayuda hasta donde el otro quiere (aún cuando suelan tener el falso argumento de "hago lo que puedo). Pero uno empieza con su vida y busca ese deseo de Dios y le pregunta cómo nos soñó y para qué. No hay que tener miedo porque afortunadamente no todo depende de nosotros.

Rehenes

La vida no "depende" totalmente de nosotros ni de ir a pedirle a Dios que nos conserve y acreciente las "drogas" diarias, sin las que no podemos vivir.

¿Hastá cuánto uno podría perder y la vida seguiría siendo aún maravillosa?

En el camino, ¿con qué "acuerdo" social" me sentiré en la compulsión de acotarme para no sentirme como descastado de los ritmos del resto? ¿Quién soy... desde dónde vivo... donde está el espacio del alimento?

Vida pobre

Es como si la gente emergiera un instante buscando una utilidad o calma, sin dimensionar un vivir mejor. Pero ahí existe un gran problema: la gente detesta la fidelidad porque le da la sensación de rutina o dependencia. Y está abrumada por los ritmos opiáceos de los mercados de tener que poseer la última novedad para estar feliz. Felicidad que dura el instante del consumo del producto y que pide más y más.
El horizonte de la sola competencia como referencia, la ausencia del silencio para encontrar el trazado en sí mismo antes de salir, y el buscar siempre el combustible afuera, hacen un "modus vivendi" pauperrísimo.

Fe y optimismo

La fe no es optimismo. La fe es saber que nunca nos va a faltar a amor para poder atravesar lo que tengamos que atravesar.
Es que el optimismo es una crueldad. Primero es una crucifixión; la peor de todas porque no es cargar con la cruz sino vivir crucificado. Es tener todo asentado solo en la propia voluntad. Con el esfuerzo constante y deteriorante de tener que sostenerlo todo y el terror de perderlo; el miedo compresible de saber que en la selva social el miembro más débil siente amenzada su "felicidad" por los nuevos competidores energizados que quieran adquirirla... a más o menos cualquier costa... Y ahí se impone mentir, "robar", "matar", desplazar, "acabar con"... etcs. mafiosos atractivamente ejecutivos...
Si la fe fuera eso, Dios sería un monstruo. La vida sería algo así como una riña de gallos y Él habría sabido de antemano quién sería el triunfador y se gustaría patológicamente en mirar satisfecho los ritmos del combate.
La fe es esa certeza de que el Amor no falta: es el agua, el oxigeno, el nutriente, el norte, la puerta en la fuente, para atravesar el camino de la vida bien nutrido.

Guta / no guta

Uno no puede hacer de sí mismo el problema de la vida aunque nos sea el más familiar. Ver la vida desde mi problema es no verla, sino hacer de la misma "mi mundo". Y entonces entrar en un laberinto de yo, mi, me, duele, entusiasma, casi un "guta / no guta" de la más tierna infancia. Mirarme en el mundo, en la realidad, en el contexto más completo y complejo me enseña a sentir y a redimensionar, a ubicar, valorar y descubrir que tal vez, en medio de mis "terribles desgracias" tengo mucho más "resto" para dar una mano a otros y hacer cosas maravillosas cuando pensaba que no tenía nada.
Sólo que la visión y la energía y los medios van en otra dirección de la sola pobreza del "mío" y el "acopio". Algunos padres dicen: "a mis hijos los amo incondicionalmente, son las únicas personas a las que amo así". En realidad, los aman con condicionamientos; el que sean suyos, y en la medida en que con la conducta y decisiones de sus hijos sean más autónomas, esa generosidad desbordante se atenuará.
Somos invitados a salir de la cárcel del "yo" para encontrarnos con nosotros mismos. Con la obra de arte y el mundo de grandeza y complejidad que hay en cada vida. Y para salir de sentimientos provisorios y elementales de pena por los demás y ayudarlos a adquirir conciencia de su propia grandeza. Si no se sale de la fantasía del yo sustentado en un reconocimiento dependiente (como el hambre de la teta o su correspondiente sucedáneo), no seremos nosotros mismos sino un ser construído socialmente.

Paternidad

Los progenitores son sólo y no serán nunca más que la transparencia de eso. Cuando no es así, comienza el daño y la distancia de la persona de sí misma para verse obligada a encontrarse y "estar a la altura" de todos esos recordatorios de favores y sacrificios... se supone que madura y líbremente elegidos previamente por quién se hubiera preparado para "recibir" un hijo y no sólamente "tener ganas de tenerlo". Porque exigir un servicio que antes que no se dio la oportunidad de recibir y tomar... ¿es el camino correcto... es amor?
Ser un "hombre de bien" es una persona socializada correctamente entre la locura y la eficacia social -y la religión un medio al servicio de esta suerte de equilibrio complejo y frágil-... ¿o es vivir la voluntad de Dios?... que va más allá de cumplir reglas o estar en ciertos lugares con ciertos modos.
Ser padre es respetar al otro como persona.
Ayudarlo a percibir que nadie lo querrá como quien lo quiere en el Primer Mandamiento y que todos los servicios prestados son, como dice el Maestro y Señor, propios de "simples siervos" a quienes confió los secretos de los amigos con una intimidad profunda y sobria, no pegoteada y atrapada en el devolver "todo el amor" recibido.
Un hijo jamás podría haberse metido en la vida de los padres, porque no tuvo cómo elegirlo, salvo que los padres se lo hubiesen permitido para después poder cobrárselo. Y eso, aunque en el negocio diario se le pareciera, no es un padre o madre.

Del miedo a la libertad

Es un signo de esperanza de poder llegar a madurar. Lo único que puede matar esto es el mecanismo de la "negociación" de guardar intereses. Porque viene el repliegue sobre sí mismo y una existencia mental y de concreciones del "mundo".
Uno aprende a ser hombre venciendo el miedo a las diferencias y peligros. Los "piensa" menos, aprendiendo a vivirlos y atravesarlos con amor. Es como el artista; no sabe cómo es la obra; la ve "crecer" delante suyo y le va pidiendo. Es muy distinto de la estandarización de la fábrica donde todo sucede de acuerdo a un plan... pero sólo eso.
Dejar entrar implica más libertad que controlar con aduanas y migraciones el acceso sólo a lo ya clasificado... salvo que uno sepa qué es lo malo. Y como parte de la madurez, saber qué cosas uno no hará porque le hacen mal, aunque pudiera hacerlas. Eso es libertad, si bien puede parecer represión.

La victoria mas radical

El triunfo del espíritu se da cuando lo material es invencible y la voluntad no puede doblegar la materia. El triunfo de que mi yo es lo imperdible e imperecedero, pero el resto lo puedo llegar a perder todo y no recuperarlo jamás. Es una vida nueva que hace que la enfermedad me robe la vitalidad biológica pero no pueda triunfar sobre mi.
El triunfo más radical es el de aquellos que no pudieron vencer y no se dejaron vencer por la derrota en lo profundo de sí mismos. Una persona tirada en una cama , o con respirador, o alguien que sirve a las necesidades de otro y siempre estuvo más cerca de un trapo de piso que de un anotador para un brainstorming. Lo que el mundo considera un lastre improductivo, que justifica eliminarlo lo más pronto posible para que no pese sobre el derecho a la "felicidad" de gente bien dotada que tiene imperiosidad en reparase para seguir brindando ideas brillantes que tanto necesita el resto de la humanidad.
No hay que hundirse en la propia oscuridad; buscar la luz y todo lo que ella despierta cuando no se puede cambiar nada.
La paciencia es una virtud integral de la fortaleza que produce una fuerte adhesión al bien aún cuando nada se puede cambiar.

Fluir

El agua que no circula se estanca y pudre. Otro tema es que el agua pretenda estar en las fuentes de la alhambra o de piazza Navona o ... en cualquier lugar lustroso. Pero es saludablemente imperativo un crecimiento. El punto es que, el crecimiento, no es desarrollo en el sentido competitivo. Y esa particularización se hace gozosa porque percibo la propia obra de arte. De otro modo, tengo siempre que crear la base que sostenga el modelo que logré producir para exhibir y vender.
La particularización es lo opuesto del "nirvana". Esa idea oriental de "fundirse" en un todo... que, al final, es un abstracto y, a la larga, insostenible salvo que produzca amputaciones que, lejos de producir una enriquecimiento personal, producen contenciones.... Entonces me tendré que hacer esclavo de las racionalizaciones para contener y redireccionar esa "pacificación" construída, no hallada y recibida como conclusión de un nuevo modo gozoso de vivir. Modo gozoso de vivir que no excluye ni la depresión, ni el dolor, ni el fracaso, ni las intemperancias de todo orden, ni los abusos, ni descontroles de todo orden. Íntegro no es quien no padece nada o tiene "todo en orden" sino quien, a través de una humildad veraz, encontró el camino del orden verdadero.

Particularización

Cuanto más uno se particularice, más se conecta con los demás. El problema de la "particularización" es que se lo confunde con exclusividad en el sentido del poder y la posibilidad de seducción y dominio.
Al percibirte como persona -único e irrpetible- ya no tenés necesidad de llegar a ser más de lo que ya sos. Simplemente tenés que ayudar a que crezca y ayudar a que otros perciban lo mismo de sí mismos.

Indulgencia

Es muy alentador pensar que a uno le va a tomar mucho tiempo restaurarse, porque sensatamente comprendemos todo el que empleamos en constituirnos del modo equivocado y distanciándonos de nuestra condición de personas para construir mercadísticamente un personaje vendible en el trato, en la cama, a la mesa, en la reunión de directorio o de bienestar internacional y caritativamente religioso.
Lo doloroso es la esquizofrenia de seguir manteniendo todos esos personajes. Pero uno, al no haber llegado al quiebre, tiene mucho para agradecer y es maravilloso pensar, al revés, que es bueno tener oportunidades para trabajar. El error sería reemplazar lo que me faltó con algo parecido o compensatorio. Eso empasta más y agrava el problema. Sino ir desde uno hacia la vida. Porque, si uno no logra recorgese sobre sí mismo -no en el sentido imbécil del "tú puedes"... que terminaría tristemente en el "winner" o "loser"- y vivir desde sí mismo haciendo experiencias nutricias uno va a devorar con avidez más o menos controlada lo que está delante. Y ahí, nos gana el "quiero más" y la sensación constante de insacibilidad, porque, no puedo mirar lo que tengo, sino sólo me dejo derribar por la energía interna mal constituida.
Es mucho mejor saber que toma tiempo, porque eso genera la indulgencia con uno mismo y con los demás y da un sentido veraz y más gozoso de la vida. El punto es que, esas descalificaciones internas fuertes, vienen del miedo de un mundo que no se pliega infantilmente a mis expectativas y el ímpetu infantil de que retornen hacia eso. Y el sacrificio laboral para construir espacios de juego, hace que no pueda sembrar espacios humanos de intimidad y amor verdaderos cuyas características esenciales, además de la humildad y el respeto, son la sobriedad y la fidelidad. Que nos protegen de esas tendencias adictivas y dominantes de satisfacer los gustos de los demás para tratar, de ese modo, de tenerlos como "atrapados", casi diría, afectivamente secuestrados, para mis propias carencias.
Pero ese mucho tiempo, en otro sentido, toma toda la vida. Porque, íntegro es aquel que tiene sana posesión de todo el sí mismo y puede llevarlo adelante con sensata precaución y confianza.

Casamiento y matrimonio

Mucha gente no cree y no creyó en el matrimonio, por eso se van a vivir juntos. Y, en realidad, la convivencia, no revela nada de lo que es un matrimonio y sí, solamente, de cierto tipo y dimensión de hábitos del otro. Y entonces, si la prueba de esos hábitos resultare aceptable, se pasa de un contrato provisorio de cohabitación física, afectiva, económica... a un contrato más estable y definitivo que es el casamiento.
Pero de nuevo, el casamiento no hace al matrimonio. El matrimonio es otra cosa. No un mutuo soporte afectivo de los miedos a la soledad y al desamparo. Como un bebé que, biológicamente, es prácticamente el ser más desprotegido de la tierra. No es una superación de la desprotección y el desamparo... revestido, además, con el "reaseguro" de los "logros y resultados" dentro del catálogo de moda en la aceptación social de turno.
El matrimonio es una comunicación con el corazón del otro y eso es el comienzo del Amor y la diferencia ABISMAL con una especie de afecto cariñoso, más mental, manipulable, fácilmente prisionero de las carencias, adaptable en todo tipo de fantasías, materia prima para poder ocultar todo tipo de temores profundos no visualizados ni visualizables hasta que no haya desarrollado una saludable confianza en personas que serán veraces pero no ficticiamente aprobadoras.
El matrimonio, al producir una comunicación real y profunda, entra en la esencia del otro para verla desde la distancia. Y, en esa distancia, percibe también que hay un Amor superior al suyo y que es más fuerte y sólido y primero ¡y lo será siempre! y que produce sobriedad en el afecto, libera de la lucha de tener uno mismo que ser el todo y el primero para el otro siempre. Y genera, por la percepción de esa dimensión del otro, y la mutua elección, un amor común que se proyecta en una dimensión matrimonial de la vida humana.
El origen de una familia en la que cada uno tiene sentido propio, no dado ni producido, ni reclamable por el estímulo aportado. En el que cada persona tiene un término propio, en tiempo, diferente de las expectativas consumistas de utilidad o compañía del otro.
El punto es que, sin un trabajo largo y profundo, el sentido de la vida como "vocación" humana, no está despierto y todo lo que se constituye está más cerca de un plano contractual y provisorio. Según el tono de la época el "afecto" tendrá un tono más de valores espirituales o de "honor" -como una "pátina" de eso en muchísimos casos- pero será sólo un "tono"... porque la intención real no está visualizada... por temor a ver las carencias y su acción determinante... y el miedo de perder poder si se pierde el control del flujo de las carencias. Y el miedo de no poder salir jamás de la profunda soledad existencial, en que me sumerge no poder entrar con total sinceridad dentro de mí mismo y ponerle nombres claros a lo que siento para poder conducirlo hacia una vida que quiero vivir y que no sé cómo hacer... por el mismo hecho de sentirse solo en esto y constantemente clausurado... ahí, hay sólo asfixia... y algunas distracciones que, segun como logre conectarme con la dimensión gratificante de la fantasía... me permitiran sentirme razonablemente "bien"...

Carencias

Uno no está condenado a vivir en la crianza que le dieron. Uno teme salir porque viene la amenaza y el reproche de hacer sentir mal a los demás con el cambio de conducta; pero más allá de la frontera del miedo a salir de un lugar de desazón, confusión o muerte, está el horizonte de la libertad.
Con gente nueva y un modo nuevo de establecer contactos, valores y afectos. Lo que no desprecia, por el poder del perdón, a nadie de lo anterior, pero que se siembra en un lugar diferente.
Vivir para las carencias es vivir para lo viejo e irreparable. Salir de las carencias y buscar al sí mismo creado y saludable, despierta los dinamismos postergados de un modo diferente al de la compensación aliviatoria. TAN ENGAÑOSA porque compensa lo que faltó pero no proyecta hacia adelante. El hecho mismo de ir a bucear a la carencia crea ritmos internos de regresión y de afincamiento en conductas inmaduras que no acabaron de constituirse. Desde las pulsiones más básicas hasta las ideas y visiones sobre las personas, la vida y las conductas. El asunto no es ir a la carencia sino salir de su síndrome para poder entrar en el sí mismo y ahí terminar un proceso maravilloso de darse a luz... la plenitud primera de la libertad... cuando uno es padre y madre de sí mismo. Y no usa a los demás como compañías bien cuidadas... no por amor... sino por falso propio interés... para no sentir dolor o placer de cuidado infantil.