sábado, 4 de octubre de 2008

Vida pobre

Es como si la gente emergiera un instante buscando una utilidad o calma, sin dimensionar un vivir mejor. Pero ahí existe un gran problema: la gente detesta la fidelidad porque le da la sensación de rutina o dependencia. Y está abrumada por los ritmos opiáceos de los mercados de tener que poseer la última novedad para estar feliz. Felicidad que dura el instante del consumo del producto y que pide más y más.
El horizonte de la sola competencia como referencia, la ausencia del silencio para encontrar el trazado en sí mismo antes de salir, y el buscar siempre el combustible afuera, hacen un "modus vivendi" pauperrísimo.

No hay comentarios: