martes, 7 de octubre de 2008

Lo valioso no se pierde

El dinero es necesario para vivir; el problema es cuando se hace necesario para existir o ser alguien, porque uno, tal vez, anestesiado y sin llegar a darse cuenta, estaría como comprándose a sí mismo en una especie de hipoteca que duraría toda la vida "adulta". Entonces, las preocupaciones de la vida miden todo. Y, claro, uno tiene mil disculpas y discursos: desde los traumas de la postergación de tal o cual en la sociedad, desde lo que te faltó o te sobró y no tenías independencia...
El tema es descubrir el valor del afecto. Pero de un afecto sano. No del muy común que tiene más "plasticola" que calidez, o algun pegamento tipo "la Gotita" que da calor... pero sin la calidez que pide el amor verdadero. Las consecuencias se ven siempre, en general, en el largo tramo. Gente frenética, insegura, codiciosa, utilitarios, llenos de celos y envidias, con una competitividad que tiene que ser aplacada con algun lenitivo de moda en cada circunstancia...
La afectividad, cuando es sana, lleva a la persona a lo que no puede perder: su capacidad de creatividad, de calidez, de sentido de la vida. La vida es muy cruel y las personas elevamos la dificultad a la enésima potencia, y tal vez con una sonrisa amable.
El afecto lleva a lo más bello, lo intangible, la riqueza que no se menoscaba y pierde. Pero la crisis revela si yo he confundido el afecto con el humor y si lo uso solo para calmar mis estados de animo. Entonces, la vida es un transcurrir lleno de emociones de toda forma y color pero sin sentimientos. No hay posibilidad de fidelidad. Todo es energía para sacar "las papas del horno" o atrapar las burbujas para que no se nos escape la fiesta, y todo el arco de matices en el amplio medio.
El afecto se cultiva y se despierta, se elabora y se cuida a lo largo de toda la vida. Nos hace salir de la estrechez rentable y arbitraria del "humor" para poder comenzar a sentirnos vivos, compartir eso con los demás, celebrar siempre aún cuando todo se desmoronare, y saber que podemos volver a empezar siempre pero sólo con verdad y respeto para perdonarnos por lo que contribuimos a causar o habíamos causado nosotros mismos. Siempre podemos volver a jugar y a celebrar.

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