sábado, 11 de octubre de 2008

La verdadera belleza

La gente compra bienes caros como una complementariedad exterior a la conciencia de quienes son. Creen que lo que valen es -mayormente-, lo que pueden tener. Y ahi, tal vez, sería conveniente revisar el sentido de lo bello.
Cuanto más percibida la propia belleza interior, la exterior es sólo instrumental, pasajera, provisoria y reductible. Cuanto menos habita la interior, algo que se le parece, la estética (o el protocolo, o el "buen gusto" o lo "fino" o "refinado", o lo "políticamente correcto"), nos posee y atrapa casi sin darnos cuenta. Y en vez de elaborar mejor el mundo, lo reduce sólo a cosas bonitas, apreciables, que llaman la atención del aprecio.
Nadie puede quitarnos la belleza de una vida mejor compuesta, aún con medios "despreciables". Porque la belleza brota más de la aptitud interior que de las concreciones... que son muy variables; MUY variables; externas, y no siempre dependen de mi voluntad.

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