martes, 28 de abril de 2009

Vivir afuera de uno

En la seducción se da como un exceso del afecto y uno se pierde en su autoempalagamiento autoproducido, por miedo de quedar aislado.
Entonces, ese exceso de afectividad también produce una distorsión en la percepción de la propia personalidad. Porque llamarse "afectuoso" uno piensa, erradamente, que es eso... lo mismo con el ser sensible. Y, en realidad, el amor tiene una proporción de afectividad y de distancia diferente. Distancia que no es algo físico o menos frecuencia sino que es el modo de sentir al otro y el peso que el otro tiene dentro mío. Recuerdo el cuento de un perro que se se hizo pis cuando vio llegar a su "dueña" a quien hacía tiempo que no veía. Suele pasar eso con la afectividad cuando está como animalizada, cuando depende de la compañía y de la comida. Por eso uno puede ser ciego, sordo, mudo, leproso y estar muerto... sin darse cuenta. Y eso es, sobre todo, un modo errado de sentir y de proporcionar la vida, las personas, las situaciones.
No es que menos sea más por ser más elegante... sino porque tiene una proporción que lo hace más intenso para celebrar y disfrutar de acuerdo con las carcterísticas del corazón humano.
Y ese extra de calidez y de apego... no es ni caricia ni más amor... sino, en general, un signo de falta de reconocimiento de sí mismo y de dependencia innecesaria... Porque, a esa altura ya no hace falta y es el interior al que hay que llevar hacia las posiblidades externas reales... El miedo está dentro de lo que no se ve. Porque uno puede vivir con el afuera que se ve y con el ejercicio de la corrección exterior y tapa y tapa aumentando y potenciando no sólo la intensidad sino las proyecciones del miedo que crean formas nuevas de atadura y dependencia. Si uno no encuentra la proporción, la sensibilidad no alcanza sosiego y no tiene cómo poder acceder al gozo. Lo confunde con experiencias intensas que no respetan ni entidad ni la intensidad ni el sentido de la vida y de la sensibilidad. Parece una estupidez pero no lo es.
Y, si se atraviesa la frontera del dolor de las seguridades... uno entra en una libertad autosustentada que viene de una fuente diferente a la de los intercambios externos. Es una fuente de gratuidad y de fluidez constante e imparable...

Agotado de sostener

Hay lugares fantásticos pero, lo que lo arruinan, suelen ser las personas. Gente con sed de poder, ambición y brutas... con mínimo atisbo de la belleza a través de los pobres y pequeños límites de la "estética"... una especie de ejercicio voluntarista para sostener una armonía contra todo embate de todo orden... Una especie de útero donde un niño omnipontente se refugia en un sueño omnisciente...
Quien viera desde afuera sin poder oir ni percibir los gestos que se cuelan o el tono de artificio... diría que es gente que sabe vivir... pero sólo saben como entretener sus tensiones internas y tratar de relajarlas a fuerza de dinero... justamente, porque no saben vivir y no se nutren de lo que alienta la vida. Sufren por no poder hacer lo mismo que el otro o se sienten seguros sólo porque pueden más que alguien...

Y veía una chica bonita desde el colectivo y pensé que está el cuerpo pero también como una prolongación de eso que es el ambiente de la personalidad. La seducción... como una especie de extensión del cuerpo... pero que casi no dice nada de la persona. Y que el tema no es sólo cómo se ve y se siente sino como es ella ( o él) y además cómo es su entorno y que opinión tiene firme sobre el entorno.
A veces la gente está como enquistada en la locura próxima y la colectiva... aunque la padece y protesta... pero sin la menor intención de modificar nada. Busca alivio para alcanzar un lugar de poder dentro de esa locura y no sentirse abrumado, desgastado y superado y completamente dependiente. Pero no hace más que quejarse y vuelve siempre sin poder quebrar ni romper con nada. Enfermos subterfugiados... que son de los más peligrosos. Cuanto antes uno se dé cuenta, tanto mejor los ayuda porque les puede decir que "no".

lunes, 27 de abril de 2009

No compares

No hay que compararse.
Hay que disfrutar, reflexionar y aprender.
Después uno tendrá sus propias creaciones. Tal vez no lleguen a ser famosas y/o productivas... pero eso es anecdótico. Uno aprende a vivir y a ganarse sanamente la vida... y el resto es lo importante: que haya sido yo mismo y desde ADENTRO. Y no corriendo suelto y alocado con el "centímetro" de las comparaciones.

sábado, 25 de abril de 2009

Protecciones peligrosas

El tema central es la figura de "protector". Porque uno puede "inmolarse" prolijamente sin darse cuenta. No es cuestión de percibir qué le falta al otro y entregarse a eso. Porque, además, en general, la gente es muy cálida cuando necesita algo y depende... Pero, cuando logra recuperar el timón de sí mismo, en general, adquiere la conducta opuesta: de independencia desinteresada y, muchas veces, hasta sobria o brutamente despreciativa hacia quién lo ayudó, como para reafirmar su capacidad nueva de autonomía.

El ayudar da un ENORME poder. Porque uno se pone por encima de quien ayuda. Y, si eso no se revierte... gana quien ayuda y después es turno de ganar el ayudado, cuando recupera su propio poder. Es muy peligroso. Es causa de muchas desilusiones en lo que lo único que se deasarmó, fue lo ficticio de la relación.

Y esto uno puede hacerlo con todo el mundo. Porque es una inyección de adrenalina momentánea y autoestima peligrosamente cimentada. Va a virar o es necesario acrecentar el juego de poder y la dependencia. Y se abren compensaciones aleatorias y subterfugiadas.

Uno tiene que tener claro esto sino todo el sistema afectivo puede depender de un juego ficticio de poder. Por eso las rabias y las violencias: por ausencia de amor real.

La belleza no es comparable cuantitativamente: es otra dimensión distinta con su entidad propia. No hay compentencia a nivel existencial. Sólo se da a nivel de poder. Y lo propiamente humano no es la energía sino la complementariedad. Los problemas de la sociedad es la animalización intelectual: vivir de lo propio de animales, centrados en eso, pero con la modalidad de reflexión del hombre... la perversión.

Y uno tiene que poder ver esto sino no tiene ni relaciones sanas con nadie ni amor: por eso a uno "lo salva sólo un milagro"... por ser perfectamente irreal aunque se sea prolijamente funcional.
La alerta es porque, desde los atavismos primeros y básicos, pasando por lo que se espera de uno, puede inficionarse en (falsos) encuentros con personas insuficientemente adecuadas, y correctas, sólo para la cartera de intereses.

La figura del protector podría dar lugar a una fuente más o menos errada o patológica de autoestima. Porque uno necesita sentirse superior de algún modo, lo cual incluiría guardar los intereses detrás de una pantalla de servicialidad o disponibilidad.

En el fondo, uno busca darse un lugar al vivir para otro... porque no se lo darían de otro modo. O busca sus intereses para acrecentar la propia "figura" y, entonces, así me ven y me destaco y me incluyen.

Pero ambas cosas haría que confundiera un circuito o errado o patologizante con el amor. Y el amor, como la belleza o el valor de las personas requieren otra mirada y otros adjetivos... aún cuando fueran fuertes o desagradables... pero nunca despreciativos. Porque depreciar para ser uno quien da el lugar es un recurso típico de la dominación, o del "mundo".

Y el otro se sirve gustoso de la protección o sobreprotección, mas ni bien se libera de la dulce pesadez de tener que adaptarse para mantener una dependencia... entonces se transforma en una figura o antagónica, o competitiva o que simplemente guarda un álbum de buenos recuerdos de lo recibido y parte raudamente tras sus intereses refrescados... con el argumento de una nueva etapa y acusación de que el otro quiere retener abusivamente. Y a veces todo esto está cuando, sobre todo o eminentemente, toda la situación ha sido, un juego de poder.

La gente, en general, no quiere percibir los juegos de poder. Porque eso te saca del mundo infantil de los deseos sobredimensionados y de los recursos o físicos o afectivos para controlar o dejar controlar para conseguir... seducciones, artimañas...
Uno podría salir de una situación mala para meterse en una peor, siempre y cuando la otra persona hubiera encontrado la clave de acceso de la "temporada" que va variando con el envejecimiento y la modificación de objetivos y percepción de la sensibilidad.
Es muy doloroso al principio pero es mas real, sano y con proyección vital la verdad. Así también uno apropia la conciencia de recursos propios y se deja de joder y joderse y de hacer de espectador inmaduro de la vida de los demás. Sino uno siempre tiene una historia y sufre absurdamente.
Nadie puede dar lo que no tiene y lo peor es vivir en la fantasía de promesas. Es patológicamente gratificante vivir de lo que se pretende sin pensar si se atiende a la necesidad real del otro. Uno no clausura el derecho a la vida pero si tiene que aprender a seguir creciendo y esperar cuando el otro está dispuesto al dolor de evolucionar CRECIENDO. Y sobretodo no buscar situaciones nuevas sin HABER CORREGIDO la propia óptica. Porque uno funciona mas no SABE vivir.

sábado, 18 de abril de 2009

Seres evaporados

Cuanto más verdad, menos inseguridad.

La verdad es la fuente, el manantial.

A la gente no le importa vivir; solo le importa estar socializada.
Son seres evaporados. Sin consistencia humana. 
Sólo quieren desagotar lo que los tensiona. 
Le pones un poco de verdad adelante y salen corriendo.

Estar vivo es poder mirar la realidad.

Solamente los animales se valoran por la energia y el poder.

viernes, 17 de abril de 2009

Vivir lo propio

Es muy pobre mirarse a la luz del afecto de la gente, y sentirse o contento o reposado en eso o por eso.
Sino hay maduración profunda, el afecto mira según intereses o necesidades.
Y es muy poco considerar el valor de sí mismo sólo a la luz de lo que puediere ser causa de gratificación para alguien. Por eso, poner la estabilidad ahí es quedar atado a alguien y tener que sostenerlo con el cuerpo y con la despersonalización.
O pensar que sin eso podría morirme y no descubrir que uno solo descubre otras fuentes que sean no estar seguro sino compartir.
Y que compartir no es plegarse al dulce dominio de alguien, sino vivir desde el propio lugar; no del que te reconoce el lugar que uno se había postergado: salir de una dependencia para entrar en otra peor.

miércoles, 15 de abril de 2009

Creando y sosteniendo lo inviable

Hay que saber recibir o acompañar necesidades de las personas. Pero evitar tratar síntomas; sino, bastaría con que una persona hallara confort para sentirse bien.
Y hay un orden, que no es castración, sino orden. Una cosa es que uno llamara a un "disneylandia" orden, porque satisface las expectativas de alguien.Y otra cosa es que algo no es plausible, aunque aunque uno lo quiera inventar.
Es doloroso ver que la gente se arma cosas irreales. Es muy doloroso. Y es mucho peor cuando se inventa cosas imposibles: porque el único camino es el deterioro total de la estructura de la personalidad en pos de crear adaptaciones artificiales. Y, mientras la salud, la plata y la compañía lo posibiliten, seguirá adelante; pero el precio es excesivamente deteriorante.

martes, 14 de abril de 2009

El camino de la propia interioridad

La gente siempre tiende a sobreproteger a quien desordena sin pensar en las consecuencias que causa. Eso no implica que uno tenga que sepultar a quien causa daño. Quien lo hace, puede y tiene que aprender a traspasar lo irreversible e irreparable; es la senda del perdón.
Pero, mientras la persona transita un camino equivocado, poco claro, y sin más forma que la de las emociones, las conductas saludables provienen de conductas patológicas profundas y son variables por la variabilidad de la falta de ruta.
Y no es pobrecito sólo quién vive mal... sino también todos los que lo rodean que tienen que aprender a sobrevivir a cosas irracionales que son de una irritabilidad superlativa: el más mínimo comentario sano sobre una apreciación que espera sólo recibir caricias es vivido como una estocada y tiene que ser protegida en la racionalización de un diván.
Diferente es saber cómo te afecta algo, por qué y reaccionar. No en la línea patológica, vieja, de seguir pegado a eso con una actitud escenográfica que te arrebuja en la identidad de personas que llevan una vida parecida.
Ahí es donde, más allá de la brutalidad o de la imprudencia de las expresiones en muchas personas, la Iglesia es vista como un dinosaurio: porque parece coartar existencias que sólo están basadas en formas emotivas y, el tocar alguna de esas formas, parecería ser un asesinato.
Ahí es donde también está la resurrección: saber trascender la emoción en un orden de verdad.
Y desde el orden de verdad acceder al camino de la propia interioridad. Ahí mismo está todo. Si no llego ahí, necesito buscar afuera todo el tiempo y vivo pendiente del mercado. Mercado que podría ser la sola persona que tengo al lado y en quien voy como fundiendo mi personalidad para perderme en la seguridad de poder estar ahí. O me siento obligado a pagar por la dependencia.

miércoles, 8 de abril de 2009

Alivio, no curación

No es lo mismo ser socios en la misma necesidad afectiva que amar. Muchas veces la gente se encuentra o se busca a partir de una necesidad interna.
Y eso, en un sentido, es sano porque busca la liberación de lo dañoso, dañino o deteriorante. Es parte de la belleza de la vida, y algunas de las luces de la esperanza.
El problema es que junto con la necesidad guardada, suele haber también un entramado de intereses que se corresponden con un modelo de vida. Modelo construído desde con los aditamentos de presiones afectivas. Esas presiones buscan llevar el modelo a la satisfacción de las aspriraciones de otra persona. Una especie de extorsión llevada desde la dulzura, la culpa o el miedo ante la violencia.
Se usa o la debilidad o la dependencia o la fuerza... Pero no hay amor en ninguno de esos modos de injerencia. El tema es que uno podría buscar resolver su problema. Y encontrar presencias gratificantes en función de la necesidad y también del dolor acumulado por haber tenido que sobrevivir a las presiones. Como esas personas que descubren que son "diferentes" y encuentran a quien encaja en esa diferencia. Por el dolor sumado, interno, de haber tenido que impostar esas formas, un día deciden desecharlas... Y la persona que está delante no es más que quien comparte un aspecto gratificante del experimento.
Sin un profundo y primer despojo claro de necesidades e intereses, el centro podría ser la necesidad. Pero lo que define siempre la decisión final son los intereses. La persona resuelve su necesidad con gran dulzura y presencia, por imperio mismo de la necesidad. Pero vuelve siempre a sus intereses. Los intereses no duelen tanto como la necesidad, pero gobiernan con MUCHO mayor imperio.
Es una situación recurrente: la gente no busca curación sino sólo alivio. Y, una vez conseguido el alivio se lanzan briosamente a sus intereses. También podrían dar la sensación de querer variar los intereses. Pero, en general, la intención no es ni tan verdadera ni tan profunda. No pasan de la discordancia de los intereses planteados en el nivel de la necesidad. Y se vivencia con el nombre inadecuado en un plano mucho más exterior. Por eso no hay maduración.
La vida de la mayor parte de la gente no deja de ser primitiva y superficial. Primitiva porque no se atreve a revisar el molde originante para llegar a la fuente misma de la creación personal. Y superficial porque todo lo reducen a los planos de funcionamiento y gratificación, sin llegar a un aspecto de comunion profunda. La comunión profunda libera la verdad, aquieta el poder de las tendencias internas -no su virulencia sino su poder.

jueves, 2 de abril de 2009

Corazón, verdad y libertad

Lo que suele llamarse "corazón"... no lo es. Y ese concepto, riquísimo en sí mismo, está siendo referido a otra cosa. Esa otra cosa, más bien, podría expresarse con el concepto de emociones... que no es lo mismo ni llega a poder tener una entidad tan sólida y profunda como la del corazón.
Ese espacio de (cúmulo de) emociones funciona con el impacto de la gratificación o del conflicto. O sea, de un modo muy primario, atado a la historia y nada racional... sin racionalidad... flujo de sensaciones que sólo combinan o no según el modo de captarlo de un sujeto inmaduro.
Emociones "gratas" si coinciden con las expectativas en las que uno fue "amasado", "labrado" pero que no brotan de un yo real y auténtico, menos aún profundo. Ingratas cuando, dado un conflicto subyacente; histórico, traumático o configurador, en todo caso, siempre generador de dependencias que limitan o coartan un sano flujo de la libertad; en esas condiciones, entonces, se lo percibe como restrictivo, limitante, irritante, agobiante, depresor... porque no coincide o entra en colisión con una configuración interna malsana... o patológica.
Eso no puede ser el corazón de nadie. Y, desafortunadamente, suele ser desde donde la gente decide sus "flujos existenciales" y firma sus contratos (casamiento, partida de nacimiento... y las escrituras de todo orden que le siguen), previo haber pasado por un examen de la carne más o menos romántico, fantasioso o patológico-compensatorio. Ahí, puede haber todo el rango del catálogo que ofrece el mundo según las diferentes culturas y religiones y cuadraturas sociales; lo que no puede haber desde ningún punto de vista es amor. Sí, una aspiración al amor, pero coartada por la configuración de una red de costumbres e intereses que van produciendo, cuanto mayor el éxito, tanta más vejez en el alma: porque la distancia desde el sí mismo verdadero y profundo produce caducidad... No la limitación de la creatura, de la persona concreta... sino caducidad, vejez y muerte... lenta e imposible de detener en su proceso de erosión. Sí, existe la posibilidad de la resurrección.
Algunas personas buscan la compañía para reemplazar la sensación materna de tener a alguien disponible. Porque una cosa es una presencia fiel y otra el recurso de usar a la gente para no sentirse solo.
El no poder sentirse solo, es la causa de entregarse al terror del aislamiento y a la prisión de las presencias sociales que lo calman: esposa, marido, hijos, casa, trabajo fijo... Y esas cosas, vividas desde la soledad sana son espacios de comunicación y crecimiento. Pero, en este otro sentido, son dependencias. Y mientras la salud, desgraciadamente, ayude para generar dinero, siempre habrá un oportunista que me felicite y me hunda en mi locura.
A veces uno se entusiasma con lo que ve... pero es mejor toda la verdad.

miércoles, 1 de abril de 2009

Corazon ignorado

Es poco común que la gente conozca su corazón. Lo que la gente suele llamar "corazón" no suele ser más que un cúmulo de emociones. A veces gratas, entramadas en circunstancias gustosas o "leídas" como favorables y en otras ocasiones ingratas, enojosas o violentas, por no tramar bien con los conflictos subyacentes o por caprichos inmaduros.

Es muy difícil encontrar una persona cuya existencia supere los meros parámetros del DNI. No hay mucho más que eso y el haber podido comer y haber podido aunar la voluntad o manejar los contactos con habilidad. El resto es una historia recurrente: para evitar el miedo a la muerte... plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Sazonado con noviar o emparejar, casarse, recibirse, graduarse. Pero no hay mucho mas. Un pauperismo vestido de dorados de diferentes calidades.

Si uno no conoce su corazón, menos idea puede tener de cuál fuere su tesoro. Y, si habituado a haber escuchado "oime tesorito", confunde su tesoro, con el clamor de esas voces... MUCHO MÁS jodido está.

Poca gente conoce su corazón y menos aún saben de que exista un tesoro. Por eso la compulsión a la estética, como ansia larvada de un orden moral profundo y verdadero. Pero no es más que muebles acomodados con más o menos "gusto".

Usamos las cremas para evitar arrugas, celulitis, caída del cabello. Cuando la frustración avanza, pasamos a las operaciones: botox, cirugía... pero siempre la misma frustración; el tiempo es más potente en su guadañar que todo eufemismo bien aventado...

En el plano de la "fe", las cremas místicas de la oración, la sanción, la adoración, la postración y siempre la misma frustración: no ser santo. Porque ir a la santidad es no tanto usar las "cremas" sino descubrir que hay un vínculo con el Padre. Y, si escamoteo ese vínculo, por temor de no poder vivir en mi capricho o en la victimización de mi trauma a gusto, entonces pierdo mi eje: si no hay vínculo constitutivo... todo tendrá que ser sostenido CONS TAN TE MEN TE... con el ejercicio voluntarístico de mi voluntad. Y, de vez en cuando, me entrego a los efluvios de las emociones inmaduras, teñidas de "ideas" para relajarme y dejarme llevar por recreos peligrosos...

El corazón es un espacio espléndido pero que resiste las decoraciones y las visitas seductoras o protocolares, menos aún las más interesadas. Nunca desprecia nuestra pobreza y no nos avergüenza, pero no nos deja entrar si, al hacerlo, trataríamos de apoderarnos de los tesoros para hundirlos en la fantasía dominante.

Sin humildad es imposible entrar a ese "recinto" interior y profundo... Y es IMPRESCINDIBLE haber atravesado toda la telaraña de los propios apegos y mentiras y el perdón verdadero a uno y los juegos de los que nos rodean. Para que TODO pierda su poder y yo pueda caminar y ver.
Recién estuve con una madre que "perdió" a un hijo de cuatro meses de gestación. A propósito le pregunté qué la ponía triste y que esperaba recibir de ese bebé. Lentamente fue diciendo que esperaba ternura y que le hacía bien porque los otros dos ya crecían. Entonces fuimos viendo como lo principal de una mujer no es su maternidad sino sólo el ser mujer y la maternidad sólo una forma de expresarlo. Y que la ternura estaba dentro de ella. Que nunca debía buscarse afuera. Porque habitaba el interior y, desde ahí, podía ser compartida. Porque buscarla afuera era una vida sinsentido propio y siempre drogadependiente. Dejó de llorar y vio...
Para saber dónde está el tesoro, primero es tarea no confundir qué es el corazón. Y, particularmente no confundir el tesoro con una ecuación entre lo básico o lo mucho o lo mejor y lo "inapropiado"; sino sólo tenemos emociones, pero ninguna conciencia ni básica del corazón.