miércoles, 8 de abril de 2009

Alivio, no curación

No es lo mismo ser socios en la misma necesidad afectiva que amar. Muchas veces la gente se encuentra o se busca a partir de una necesidad interna.
Y eso, en un sentido, es sano porque busca la liberación de lo dañoso, dañino o deteriorante. Es parte de la belleza de la vida, y algunas de las luces de la esperanza.
El problema es que junto con la necesidad guardada, suele haber también un entramado de intereses que se corresponden con un modelo de vida. Modelo construído desde con los aditamentos de presiones afectivas. Esas presiones buscan llevar el modelo a la satisfacción de las aspriraciones de otra persona. Una especie de extorsión llevada desde la dulzura, la culpa o el miedo ante la violencia.
Se usa o la debilidad o la dependencia o la fuerza... Pero no hay amor en ninguno de esos modos de injerencia. El tema es que uno podría buscar resolver su problema. Y encontrar presencias gratificantes en función de la necesidad y también del dolor acumulado por haber tenido que sobrevivir a las presiones. Como esas personas que descubren que son "diferentes" y encuentran a quien encaja en esa diferencia. Por el dolor sumado, interno, de haber tenido que impostar esas formas, un día deciden desecharlas... Y la persona que está delante no es más que quien comparte un aspecto gratificante del experimento.
Sin un profundo y primer despojo claro de necesidades e intereses, el centro podría ser la necesidad. Pero lo que define siempre la decisión final son los intereses. La persona resuelve su necesidad con gran dulzura y presencia, por imperio mismo de la necesidad. Pero vuelve siempre a sus intereses. Los intereses no duelen tanto como la necesidad, pero gobiernan con MUCHO mayor imperio.
Es una situación recurrente: la gente no busca curación sino sólo alivio. Y, una vez conseguido el alivio se lanzan briosamente a sus intereses. También podrían dar la sensación de querer variar los intereses. Pero, en general, la intención no es ni tan verdadera ni tan profunda. No pasan de la discordancia de los intereses planteados en el nivel de la necesidad. Y se vivencia con el nombre inadecuado en un plano mucho más exterior. Por eso no hay maduración.
La vida de la mayor parte de la gente no deja de ser primitiva y superficial. Primitiva porque no se atreve a revisar el molde originante para llegar a la fuente misma de la creación personal. Y superficial porque todo lo reducen a los planos de funcionamiento y gratificación, sin llegar a un aspecto de comunion profunda. La comunión profunda libera la verdad, aquieta el poder de las tendencias internas -no su virulencia sino su poder.

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