miércoles, 1 de abril de 2009

Corazon ignorado

Es poco común que la gente conozca su corazón. Lo que la gente suele llamar "corazón" no suele ser más que un cúmulo de emociones. A veces gratas, entramadas en circunstancias gustosas o "leídas" como favorables y en otras ocasiones ingratas, enojosas o violentas, por no tramar bien con los conflictos subyacentes o por caprichos inmaduros.

Es muy difícil encontrar una persona cuya existencia supere los meros parámetros del DNI. No hay mucho más que eso y el haber podido comer y haber podido aunar la voluntad o manejar los contactos con habilidad. El resto es una historia recurrente: para evitar el miedo a la muerte... plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Sazonado con noviar o emparejar, casarse, recibirse, graduarse. Pero no hay mucho mas. Un pauperismo vestido de dorados de diferentes calidades.

Si uno no conoce su corazón, menos idea puede tener de cuál fuere su tesoro. Y, si habituado a haber escuchado "oime tesorito", confunde su tesoro, con el clamor de esas voces... MUCHO MÁS jodido está.

Poca gente conoce su corazón y menos aún saben de que exista un tesoro. Por eso la compulsión a la estética, como ansia larvada de un orden moral profundo y verdadero. Pero no es más que muebles acomodados con más o menos "gusto".

Usamos las cremas para evitar arrugas, celulitis, caída del cabello. Cuando la frustración avanza, pasamos a las operaciones: botox, cirugía... pero siempre la misma frustración; el tiempo es más potente en su guadañar que todo eufemismo bien aventado...

En el plano de la "fe", las cremas místicas de la oración, la sanción, la adoración, la postración y siempre la misma frustración: no ser santo. Porque ir a la santidad es no tanto usar las "cremas" sino descubrir que hay un vínculo con el Padre. Y, si escamoteo ese vínculo, por temor de no poder vivir en mi capricho o en la victimización de mi trauma a gusto, entonces pierdo mi eje: si no hay vínculo constitutivo... todo tendrá que ser sostenido CONS TAN TE MEN TE... con el ejercicio voluntarístico de mi voluntad. Y, de vez en cuando, me entrego a los efluvios de las emociones inmaduras, teñidas de "ideas" para relajarme y dejarme llevar por recreos peligrosos...

El corazón es un espacio espléndido pero que resiste las decoraciones y las visitas seductoras o protocolares, menos aún las más interesadas. Nunca desprecia nuestra pobreza y no nos avergüenza, pero no nos deja entrar si, al hacerlo, trataríamos de apoderarnos de los tesoros para hundirlos en la fantasía dominante.

Sin humildad es imposible entrar a ese "recinto" interior y profundo... Y es IMPRESCINDIBLE haber atravesado toda la telaraña de los propios apegos y mentiras y el perdón verdadero a uno y los juegos de los que nos rodean. Para que TODO pierda su poder y yo pueda caminar y ver.
Recién estuve con una madre que "perdió" a un hijo de cuatro meses de gestación. A propósito le pregunté qué la ponía triste y que esperaba recibir de ese bebé. Lentamente fue diciendo que esperaba ternura y que le hacía bien porque los otros dos ya crecían. Entonces fuimos viendo como lo principal de una mujer no es su maternidad sino sólo el ser mujer y la maternidad sólo una forma de expresarlo. Y que la ternura estaba dentro de ella. Que nunca debía buscarse afuera. Porque habitaba el interior y, desde ahí, podía ser compartida. Porque buscarla afuera era una vida sinsentido propio y siempre drogadependiente. Dejó de llorar y vio...
Para saber dónde está el tesoro, primero es tarea no confundir qué es el corazón. Y, particularmente no confundir el tesoro con una ecuación entre lo básico o lo mucho o lo mejor y lo "inapropiado"; sino sólo tenemos emociones, pero ninguna conciencia ni básica del corazón.

No hay comentarios: