miércoles, 26 de noviembre de 2008

Vida interior

En la medida en que uno tenga vida interior depende menos de la vida afectiva; y la vida afectiva se nutre de la vida interior. Cuánto menos despierta esté la vida interior o más reducida a las necesidades del afecto más indigente es la solidez de la persona. Porque la vida afectiva suele estar muy sujeta a las presiones de las carencias y a los juegos de poder para buscar competitivamente, una centralidad y un nutriente del tipo de "exclusividad por conquista". Uno no es elegido sino un colocador de incentivos que busca más la satisfacción propia que el bien y el compartir con el otro.

Y uno puede sentir rabia por las insatisfacciones, sin querer ver todos los intereses Entonces, las modificiaciones en los intereses o los gustos producen el desgaste de la relación, ya que vínculo no hubo. Y uno puede sentir rabia por las insatisfacciones, sin querer ver todos los intereses que, mientras dieron resultados satisfactorios, sostenían la relación. Sin pensar suficientemente la responsabilidad en no haber elegido prepararse para los virajes de los gustos en el otro con la consiguiente posibilidad de haber sido dejado de lado. Cuanto menos vida interior, más vida afectiva con toda su confusión y conflictividad que pueden obnuvilar la riqueza propia de esta dimensión humana. Y una vida con emociones, pero sin sentimientos: elaborados, elegidos, sostenidos; una base importante de la fidelidad a uno mismo y a los demás.

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