miércoles, 6 de mayo de 2009

La viga en el ojo propio

El enemigo no es tanto el "exterior" sino todo lo que, dentro de mí mismo me impide o retrasa entrar en la libertad del amor. Una libertad que no me hace papanata sino digno, íntegro. Capaz de percibir la realidad tal cuál se presenta pero el poder leerla en el horizonte de Dios.

Por eso uno aprende serena y claramente a ver la viga en el ojo propio... sin quedarse fijado a la presencia o los peligros de la paja en el ojo del prójimo. Todo va tomando proporción justa y equilibrada... aunque fuere dolorosa.

Y uno nombra a sus enemigos y ahí sí, va buscando las estrategias vitales para no entrar en la tentación para aprender cómo terminamos dentro de ella; cómo salimos y qué costo tiene -comprensible, no justificadamente- el haber estado ahí adentro. Para poder percibir bien el pasaje de salida y de retorno a otra vida.

Si no, pasaría como personajes que buscan a las brujas afuera, por temor de perder seguridades, y no pueden percibir sus propios "monstruos"... Eso, a mi ver va como constituyendo espiritualmente una especie de alteración, locura y desequilibrios progresivos. Mientras uno tenga la desgracia de haber acumulado suficiente poder... más desfavorablemente está en posesión de seguir manteniendo algo nocivo... gustoso o eficaz... pero nocivo...

1 comentario:

daniel rico dijo...

Muy bueno, me gusta esa idea de buscar el monstruo dentro de uno y no en la oscuridad de la noche extranjera.

saludos