lunes, 18 de mayo de 2009

Recibirse a sí mismo

Recibirse a sí mismo es doloroso, al menos por dos motivos. Uno es un extraño para sí, porque se acostumbró a pagar los "impuestos"  de ser como es... con la "ventaja" de crear dobles contabilidades en todos los órdenes... Una prueba, salvo desequilibrios físicos profundos, de que uno más bien pagaba impuestos.

Sacarse ese traje ya conocido es tremendo. En la relación con Dios sería algo así como "dame lo que me falta de tus tesoros infinitos, pero no me alteres la medida, mi medida. No me pidas entrar en lo infinito del Amor Eterno... completáme lo que me falta"...

Y lo otro es que uno dejó la teta formalmente pero, en la práctica sigue buscándola de otra manera. Lo cual hace que las figuras tutelares se guarden espacios de poder con sobreprecio hiperañadido. Y eso crea una especie de circuitos internos que uno va formando con actitudes hacia casi todo. 

Pero, atravesado ese dolor del desamparo de lo patológico, aparece una salud pequeña pero maravillosa. El tema es si uno va a conformarse con lo pequeño y nacer a lo Alto desde ahí.

1 comentario:

Hernán Darío Carro dijo...

son muy análiticos tus escritos. Excelentes. Saludos, Hernán.