miércoles, 27 de mayo de 2009

Relaciones peligrosas

La relación madre/padre con un niño, bebé o pequeño, es -en algún sentido- MUY POBRE... PAU PÉ RRI MA!

El niño es limitadísimo y altamente dependiente. Por lo tanto la relación, más allá de los sacrificios constantes y crecientes que implica, es ALTAMENTE GRATIFICANTE... pero paupérima. Gratificante en la línea de la dependencia y la atención de esa realidad por medio del poder: "puedo, lo que no podés... y te lo doy... pero espero... porque sos MÍO.

En cambio, la relación con un adulto es MUCHÍSIMO MÁS RICA, SÓLIDA E INTENSA. En lo que no tiene de referencia al aspecto de gratificación por dependencia en cualquiera de los dos sentidos (porque te doy o porque recibo). Es más rica e implica el diálogo, la confusión, el error, el perdón, las sombras, los dones, el crecimiento, la modificación y sobre todo, la fidelidad que es la única vía de profundización de todo eso. No desde un punto de vista emocional sino de sentimientos profundos y veraces.
Es mucho más quebradiza porque no tiene la atadura de la "sangre" aunque las dos tengan "escritura"... libreta de y partida de...
No resolver la soledad es causa constante de sacrificio y del miedo en los peores sentidos. Sacrificio porque las compañías aquietantes hay que "sostenerlas" de todos los modos que lo exigieren... pagar, estar, orgasmear, cariñosear... pegamentos...Y porque, la realidad es que uno experimenta, al avanzar el tiempo, el poder de la presencia de la muerte, y uno percibe que no va a durar para siempre y se plantea la disyuntiva de cómo seguir atando y al mismo tiempo diversificar para que las inversiones no produzcan una disminución desquiciante de las "seguridades"...

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