viernes, 23 de noviembre de 2012

si no me conozco...

Recién hablaba con una mujer joven que sentía mucha pena por las personas cuyos hijos habían fallecido y estaban sumidas en un difícil estado de ánimo.
Y me pareció que era demasiada conmoción; y coincidía con un comentario "excesivo" respecto de su progenitores: el reconocimiento de sus sacrificios y dolores...
Entonces, fuimos viendo cómo ella estaba demasiado "habitada" por los demás y con poca y difusa conciencia de sí misma. 
Valorarnos a cada uno como personas significa percibir que soy único e irrepetible. Lo que significa que ahí ya existe todo un universo completamente diferente... sólo modificable por una actitud de mímesis en que intento refugiarme en ser una copia adaptable a los demás. Una copia, no por comunión, sino para parecerme de lejos como del mismo "rebaño".
Y que el problema, entonces, no es dónde estén las personas... sino cómo es que las personas vivan dentro nuestro...
Entrar en sí mismo como persona nos protege de la tentación de extravagancia: ser como arbolitos de navidad disfrazados de originalidad.
Hoy iba en colectivo y vi un muchacho en un centro de control de salud para el trabajo. Un poco exótico y pensé: este muchacho copia o tiene estilo. Porque copiar, siempre se hace prolijamente mal... porque lo transfiero literalmente sin las adecuaciones de mis proporciones, actividad e intereses. Es como esperar que la gente pondere lo que hay en un catálogo... como si fuera una hoja de papel de revista de mayor o menor calidad.
En cambio tener estilo es más parecido a percibir algo que tiene sintonía conmigo y que me permite expresarme y, entonces, puedo ir encontrando el ritmo y los tonos y los momentos....

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