martes, 8 de enero de 2013

Innecesario autodesprecio para alcanzar el éxito del projimo


Yo no creo que la genialidad ni la creatividad sean propiedad de nadie.
En el mundo esos dones son apropiados por el sujeto del caso y, usualmente, usados para generar sólo o sobre todo, nada más que ventaja personal.
Y como el mundo hace un culto del egocentrismo porque es uno de los más importantes alicientes -alucinógenos- para crear un activo mercado de consumistas consumidores, entonces todos esos cultos "personales", "premios" y "beneficios" suelen ser con los que se oculta la perversión del sistema... haciéndole creer al propio pelotudo/a que son una maravilla... JUSTO POR ESO...  Y el resto hierve de autodesprecio y envidia por alcanzar el éxito del prójimo distante -porque el éxito es el gran abismo social que los distancia... la gente habita los clubes cerrados de quienes son "lo mismo" y hacen lo imposible por salir del rechazo hacia sí mismos y complacer las ilusiones parentales o las claves de acceso sociales a "ser alguien"... 
Muchas veces encuentro a personas y veo que decimos lo mismo. O parecido. Tal vez con estilos e intensidades diferentes.
Algunas personas son más medidas y mesuradas, con modos más adaptables universalmente...
Pero sé que sólo en mi vieja locura puedo ser yo el que merece recoger los resultados.
La vitalidad es sólo para generar vida y encuentros. 
La gente, en general y usualmente, sólo se "sirve" de lo que cree que le conviene y retribuye -para limitar el trato muchas veces y no sentirse en "deuda" dependiente -  o compensa algo esperan recibir mucho más de lo mismo cuando lo necesite.
Si el otro no está y murió, siente pena por lo que le falta y no puede encontrar más ahí y se le complica comenzar a buscar dónde... Pero si está tiene la "alegría" de lo fácil que le resultará satisfacer sus apetitos del momento... de cualquier orden y color.
A la mayor parte de la gente no le interesa nada de nadie y combina como cree que le sea beneficioso.
En el fondo de todo ese movimiento hay una voz del espíritu que invita a vivir todo eso pero con otro dinamismo.
Uno convive con el silencio de una voz que habla desde la penumbra de destenciones impuestas para fabricar seguridades con ladrillos de intereses ocasionales. 
Uno espera el despertar mientras convive con desiertos de tumbas espléndidas, como en el Valle de los Reyes de Egipto... salvo que hubiera pasado turísticamente algun saqueador... 

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