martes, 1 de enero de 2013

La cabeza y el corazón


La cabeza guarda la información de todos los sentidos.
Pero el corazón recibe la percepción de lo que no se ve. Por eso, sólo puede entrar por el corazón. Porque es invisible a los ojos.
Y entra por medio de la voz. Una palabra que sólo puede nacer y volverse audible en el silencio y la humildad... la humildad, más allá de la frontera estrecha de los sentidos.
Los sentidos tan atados a la historia, a las ilusiones y a las seguridades. Tan condicionados por las "propagandas" afectivas... en la familia y en la sociedad.
En el corazón nace un sentido nuevo: el sentido de la fe. Poder percibir y ver más allá...
Una invitación a salir de las fronteras de las seguridades para encontrar una vocación y una misión de amor.
El amor no cambia nada a veces de lo viejo... pero hace completamente nuevo y arriesgado el modo de vivir. No busca más la seguridad de la aprobación sino que se afina consigo mismo en el tono de la Voz que pronuncia una Palabra...
Las emociones, en gran parte de las personas, son exabruptos mentales; sacudones de ideas que buscan cosas gratas... personas como cosas gratas también... con niveles de gratitud más sutiles que hasta pueden parecer y "pasar" por espirituales... pero que nunca sobrepasan la contabilidad de la pura materialidad... que es la unica "contable" para "balancear" seguridades que cierren... con "éxito"...
Gran parte de las personas no han salido jamás de la mente; alimentada con todo tipo de arropamientos afectivos... enervados, postergados, entusiasmados, ingenuos...
El corazón es la puerta del alma. Ahí donde se albergan el deseo primigenio, profundo e indestructible; ahí donde están guardadas todas las fuerzas y recursos para todo el camino...
"María guardaba todas estas cosas en su corazón"... y, San José, la acompañaba y asistía y aprendía...

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