martes, 17 de septiembre de 2013

Sobre la afectividad

Uno, muy comunmente, se deja "catalogar" por la afectividad de alguien que nos gusta, atrae o interesa...
Y, en vez de encontrarse a través de la afectividad, la misma carencia hace que busque mi valor en otro/s.
Y hay en mí una fuente de afectividad de donde brota mi ser y mi sentido y mi misión.
Si no parto desde ahí, tendré una especie de transacción y la frontera de verdad sobre mi ser será el límite del aprecio del otro. Con la inestabilidad de la mutabilidad en un ser contingente y frágil.
Por eso las relaciones muchas veces no duran. Porque parten de una afectividad compensatoria y calificante. Sin espacio de libertad para saber bien quién soy y qué tengo para dar y cómo me interesa vivir y convivir.
Duran, lo que dura el atractivo, el interés o la utilidad. Y, en general, hay serias dificultades para reconocer esto. Se prefiere "emparchar" la memoria con algunos recuerdos aislados gratificantes y construir "puentes" sobre abismos mentales... sin dejar de percibir o sentir su "vacío"... prefiero percibirlos como un fondo subyacente... que prefiero no revisar ni mirar.

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