martes, 29 de abril de 2014

a qué vinimos a este mundo


No vinimos para ser amados.
Cuando buscamos serlo prioritariamente, entonces nos desquiciamos, confundimos y entregamos a algo disfrazado de amor: juegos de poder.
La persona que siente fuente de amor intenta así reemplazar a Dios y tiene que inventar artilugios para construirse y constituirse dios en un plano emotivo...
En un plano existencial -en lo vital- busca a Dios ocasionalmente o como contacto asegurado para los "milagros" de lo que no puede conseguir o conquistar con su poder.
Se crea así como un Olimpo afectivo donde todas las partes míseras de esa divinidad afectiva se consideran constitutivas, permitidas y perfectamente aceptables...
El amor es así reemplazado por juegos de poder de caprichos, dominio, seducción, conquista, caza o posesión.
La sociedad provee los títulos legales habilitantes (DNI, partida de nacimiento, documentos acreditando casamiento...) que permiten delimitar y precisar los espacios físicos de poder en los que y sobre los que se construyen los dominios...
Es la muerte del amor y de la libertad y de la alegría.
Es el imperio de las seguridades, alimentadas por intereses. La cumbre es el éxito y lo social es la exhibición.
Es un jardín de narcisos carencia dos con una privacidad bastante rústica y tosca y una exterioridad todo lo ostentosa que se puede y que corresponda a la eficacia del círculo en que uno se mueva...
El ritmo es la negociación anclada en acuerdos.
La verdad solo se reserva al ámbito de la salud y la certeza de la muerte. Ambas, salud y muerte se aúnan en el mismo miedo: el de perderlas... y perder los controles y la eficacia sobre los juegos de poder... Una selva afectiva...
Las seguridades fabrican la sensación -meramente emotiva- de estar protegidos de las intemperies...
El amor, en cambio vive de la verdad. En la certeza de tener una vocación y una misión en la que la presencia de los otros es un estímulo y no una medida ni una barra de manipulación.
Hay diálogo y encuentro. Respeto y paciencia. Fidelidad.
No se mide a la gente por la satisfacción que nos brinda sino que se la percibe por la aptitud decidida y cultivada de encontrarse en una afinidad.
El tiempo produce acostumbramiento  y sobre adaptación y crea la sensación emotiva de tener algo que es amor... pero que ni se le parece en su interior!!!!
Puede haber espacios de privacidad y transmisión de secretos -como alivios en el desgaste de los juegos de poder- pero no hay intimidad. Como en la anorexia -para mostrar una perspectiva- no esta despierto el corazón sino que sólo esta alerta la mente: que no ve y que distorsiona... Por eso se dice que el "amor" pueda generar estados similares a la locura...
Son más bien bulimias afectivas... voracidades atizadas por carencias... no es amor... ni se le parece.
Otra cosa es el entusiasmo y embeleso ante alguien afín: no hay voracidad...



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