viernes, 27 de marzo de 2009

El precio de las seguridades

Los padres han educado sólo la cabeza y no hay nada de vida interior y sólo vida exterior. El poder de la cabeza gobierna los ritmos de la seducción y la cama en la sexualidad; de la capacitación en la educación y el rendimiento en el trabajo.
Antes la gente vivía dentro de "yesos" y no podía EXISTIR fuera de los yesos: "Fuera de la polis sólo existen o los dioses o las fieras", decía Aristóteles pero, en la conclusión arriban a un puerto similar: mundos cerrados.

Dentro de los yesos están las "ventajas" de miedos protegidos por seguridades. Como en esas películas de ciencia ficción en que un ente gobierna y todos como niños tienen vidas "confortables", hasta que alguien puede sentir el hastío y descubre una ventana al exterior: lo salvaje, lo por descubrir, lo misteriosamente rico; no lo acumulable, contable, deducible... el orden VERDADERO y PROFUNDO desde las esencias y manando desde el Amor que sólo pueden concluir en Dios mismo.

Ahora, sin embargo, la gente no tiene yesos sino cada uno su molde. Y el modelo de armonización social es el contrato en que las particularidades de los individuos priman sobre las esencias constitutivas; el capricho y el poder sobre la verdad y el amor, con la cuota real de sacrificio.

Este mundo de "moldes" funciona SIN el corazón; las emociones suelen ser como refluencias más o menos serenas o exabruptivas de de la mera satisfacción. Y la satisfacción, en este sentido, depende siempre de las carencias, de la historia en general, y de las experiencias. No necesariamente que se "sienta" como "positiva" significa que fuera un estímulo de crecimiento.

Vida exterior, mental sin interioridad. Poder sin verdad. Competitividad sin orden profundo. Vanidad sin humildad. Alienación sin crecimiento. Recompensa sin vida.

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