jueves, 6 de marzo de 2014

bucear en las profundidades de uno mismo

Hay, además de las emociones y el estado "extático" de exitación (que vos a veces se describe como estados de "locura"), además hay una dimensión más profunda.
Como en el fondo del mar. 
Uno puede elegir viviendo entre la energía del oleaje o ponerse el traje que corresponde y salir a bucear.
Debajo hay senderos y vida diferente de la imaginable en la superficie. Y con ritmos y cualidades diferentes.
Esto pide no sólo yoga con ejercicios para desacelerar y sentir que aún uno puede manejar su flexibilidad y que el tiempo no ha sido tan inexorable... aún...
Esto pide simplemente silencio. Un silencio que puede percibirse como alienante y del que uno trata de huir con pensamientos, movimientos o acciones.
No es un inmovilismo y quietud estatuarias.
Es un espacio interior y un tiempo donde puedo percibirme a mí mismo más allá del fruto de mis acciones y actos.
Algo parecido a lo de Rubinstein de escuchar la música y no sólo quedarse en un análisis y ponderación de la técnica.
Es algo más contemplativo que analítico, reparador y constructivo.
Uno, suele sentir, que si no rinde no valió la pena...
Entonces, sólo tiene lo que le cabe en la "balanza".
Y, antes de la balanza, hay una simple relación de encuentro con una realidad que después podrá ser medida y considerada más "mesuradamente".
Es como quien no tiene por suficiente estar con alguien: tiene que saber quién es, qué hace, a qué se dedica y de dónde viene... a qué colegio fue, cuál es su apellido o cuáles son los ingresos anuales...
Los criterios de "valor social" que tiene que ver con el precio y no con el valor de la persona enfrente nuestro...

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